Extra...

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Angélica

Estamos a punto de llegar a Italia, después de ese caluroso encuentro, Renzo y yo hablamos y decidimos darnos otra oportunidad para conocernos. Han transcurrido algunos meses desde que comenzamos esta relación, y de una cosa me he dado cuenta, junto a él me sigo sintiendo tan libre. Es un amor que no ata, no lástima. Y por mi parte le he podido dar un amor sin mentiras, inseguridades, y menos dañino, uno más abierto y transparente.

Cómo ven, estos años alejados valieron la pena, de no haber sido así, nuestra relación nunca hubiera podido ser sana. Yo pude trabajar en mi persona y conocerla, con esto pude darle la mejor versión de mí. Y en Renzo, veo el brillo en sus ojos como cuando lo conocí, tal vez más brillante. Recuperó su esencia.

Y Axel, mi pequeño niño que para mí siempre será mi bebe, aunque lo odie. Desde que comenzamos una nueva vida dejó de ser tímido, se volvió más alegré, sonriendo más seguido al igual que yo. Él respeta mucho a Renzo, ellos llevan una relación de padre e hijo. De hecho, creo que se entiende mejor con él, que conmigo.

Por lo bueno ya hemos llegado a nuestro nuevo hogar, ya no soportaba las náuseas, durante el último mes he estado acompañada de ellas, creo que mis sospechas son ciertas y más que Renzo y yo no nos hemos protegido con nada, pero no me quiero adelantar a nada. Ahora solo me quiero concentrar en la boda, nos casaremos en dos días.

La casa es enorme, mejor dicho una mansión. Para mí resulta demasiado, aun siendo que él dice que es la casa más pequeña de las que tiene. Pienso que Renzo exagera en darme tantas cosas lujosas; autos, joyas, ropa de diseñador, una gran cantidad de dinero depositado en mis cuentas, esta casa... Me tiene como reina. En realidad me encanta porque todo eso también va acompañado de mucho amor y de noches llenas de pasión. Y mi hijo no se queda atrás, Renzo lo inscribió a uno de los mejores colegios de Italia, no fue difícil, ya que Axel habla perfecto el idioma, los profesores han dicho que Axel tiene un gran Coeficiente intelectual, sinceramente ya lo sabía. Cada vez me sorprendo más de lo tan parecidos que son Renzo y Axel.

Estoy a punto de entrar a la iglesia, mi vestido es de corte princesa muy voluminoso con una larga y ancha cola acompañado de incrustaciones de diamantes, también llevo puesto un velo precioso que me cubre mi rostro con un maquillaje sutil. Sonrío tanto que mi quijada me duele. Y allí está él, en el altar, esperándome de pie con una brillante sonrisa. Tomo su mano y poso a su lado.

El sacerdote concluye el momento pidiéndonos que procedamos a besarnos. Renzo me toma de la cintura y profundiza un escandaloso beso. Todos aplauden del furor de los nuevos esposos.

Creo que Renzo me jugó una trampa, por supuesto que esta boda no la planeó en una semana, este mentiroso no pudo planear esta boda tan extravagante y glamurosa de no haber sido desde hace meses, exactamente antes de reencontrarnos.

Cruzo los brazos perpleja. De pronto siento unos fuertes brazos rodearme.

—¿Qué te pasa mi amor? —me pregunta Renzo.

—Esta boda... ¿Esta boda desde cuando la planeaste?

—¿No tienes hambre?

—Renzo... Dímelo, no me enojaré.

—De acuerdo. Exactamente, desde que nos separamos, es con que pude soportar mis ganas de irte a buscar —dice apenado, por lo que me giro y tomo sus mejillas, lo miro con una sonrisa, termino besándolo tiernamente.

Él acepta mi beso adentrando su lengua en mi boca. Pero cielos, estoy comenzando a sentir unas náuseas horribles. Rápidamente me retiro de Renzo y salgo disparada al baño. Renzo ha venido detrás de mí y me sostiene el cabello mientras vomito en el excusado.

Es de mañana, Renzo ha traído a un médico para revisarme, el médico nos mira expectante. Renzo está junto conmigo en la cama, rodeándome con un brazo.

—Felicidades, la señora está embarazada —nos dice el medico.

El rostro de Renzo es ilegible, no reacciona. Pero después de unos segundos su rostro rápidamente se enrojece y me abraza con tanta fuerza. Sus ojos se han llenado de lágrimas. Lloramos juntos, y Axel se nos une abrazándonos.

Los meses han pasado, ya he dado a luz, para sorpresa de todos, hemos tenido gemelas, dos hermosas niñas, tienen los ojos de su padre. Estoy muy exhausta, en este momento su hermano y padre se hacen cargo de ellas.

Anicxia y Geovanny vinieron a conocer a las niñas y nos felicitaron, ellos se han hecho novios. Aunque Anicxia y yo nunca seremos amigas, entre ella y yo existe un respeto mutuo.

Nuestra familia va en evolución, ahora Axel tiene dieciséis años y sus hermanas ocho años, ellas siempre están detrás de él, son muy celosas con él, no les gusta que traiga amigas a casa, siempre les hacen travesuras, según ellas su hermano solo es de ellas, y más aún creen en eso porque su hermano mayor las trata y las protege como princesas, es muy paciente y amoroso con sus hermanas. Renzo trata de serenar a las gemelas, pero tratándose de Axel le es imposible controlar su ferocidad. Por su parte entre Renzo y Axel sigue habiendo una complicidad, a veces me causa enojo porque me siento excluida, yo quiero saber más de Axel, por ejemplo saber de esa nueva chica que le gusta. Él no me quiere decir nada, solo a su papá. Estoy molesta.

Mis pequeñas recién llegan del colegio y me saludan dándome un cálido abrazo, y para mi sorpresa ha llegado Renzo detrás de ellas, recién entrando por el umbral de la gran puerta. Las niñas corren hacia su papá saltando a sus brazos. Él las carga y les da un beso en sus mejillas. Las niñas se van a su habitación y Renzo viene hacia mí.

Sabe que estoy molesta por lo que se sienta en el sofa al lado mío y hace que me siente en sus muslos, después de años sigue siendo tan atractivo y ardiente. Caigo rendida en sus brazos.

—Ya no te enojes tanto —ya estando en lo reservado de nuestra habitación, me dice mientras separa mis nalgas y termina embistiéndome, suelto un gran gemido—. Solo necesita tiempo nuestro hijo, cuando se sienta listo te lo contará, ¿bien?

—Sí —respondo rendida—, tienes razón.

Los dos volvemos a unirnos, esta vez llevando las cosas más lentas, haciendo el amor. Pero de repente a Renzo se le ocurre que nos demos una escapada, dejando a nuestros hijos a cargo de las niñeras.

Él me ha traído a un lugar retirado de la ciudad lleno de naturaleza, estamos en una pista. Ha traído la primera avioneta que le vendí, esa avioneta con la que comenzó mi vuelo a la libertad. La abordamos; sin embargo, en esta ocasión va otro piloto al mando. Antes de subir Renzo y yo nos preparamos con trajes especiales, acepté esta loca idea de él.

Estamos a punto de saltar, él me había enganchado a él anteriormente. Alguien más ayuda a abrir la puerta. Nos sentamos a la orilla, el aire a estas alturas parece que te devorara. Mi corazón palpita con rapidez. De una, sin previo aviso, Renzo da un empuje y caemos al vacío. La adrenalina es indescriptible. Esto se siente como volar. Renzo hace que dejé de sentir miedo y extienda mis brazos disfrutando de la experiencia.

Llegamos a tierra sanos y a salvos. Le doy las gracias por esta nueva experiencia.

—¿Sabes que es lo que más disfruto de ti?

—No —le contesto sonriente.

—Verte sonreír genuinamente.

Todo esto vuelve a terminar en un beso y en la cama.

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Gracias por haber leído esta novela. Hasta aquí ha sido todo. Si no es mucha molestia te invito a seguirme, en algún tiempo (meses, un año) volveré con más historias gratuitas.

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