Debido a la fuerte luz incandescente emitida por los rayos del sol que pegaban en sus párpados, Renzo fue abriendo poco a poco los ojos y recobrando conciencia. Sus manos y pies estaban entumecidos, probablemente por las sogas con las cuales lo tenían atado de muñecas y tobillos, demasiadas ajustadas para intentar zafarse.
Finalmente, una voz ensordecedora hizo que levantará la cara topándose con un hombre muy alto, únicamente dos pares de centímetros abajo de Renzo, de piel muy blanca y cabello negro, y de rasgos finos. Sobre todo emitía un aura oscura y peligrosa. Renzo ya intuía de quién se trataba, por supuesto no era el «pelele de escasa personalidad y caracter de Gustavo».
—Esta ciudad es muy tranquila, incluso para los extranjeros, claro, siempre y cuando no te metas con la mujer de un mafioso. Debería cortarte las bolas por meter tu verga dónde no debías —habló el hombre en tono amenazante y con una filosa navaja de serrucho que pasaba por sus ojos penetrantes.
Renzo escupió una risa irónica y torció una medía sonrisa, para nada se acorbadaba frente a esté hombre, en cambio, le parecía entretenido.
—Actúas como si hubiera sido a ti a quien le robe a su mujer, Javier —si no se equivocaba esté hombre se trataba del hermano mayor de Gustavo y jefe de la mafia del territorio norte: Los Borboa.
El hombre de negro estremeció levemente los ojos, ¿cómo sabía su nombre? O mejor dicho, ¿cómo se atrevía a hablarle con tanta seguridad e informalidad, no tenía miedo?
—Me hablas con tanta confianza para ser un simple pilotó y empresario.
Y correcto, se dijo Renzo en sus adentros, acertó.
—Tal vez —pronunció juguetonamente Renzo.
—Mm tenemos un problema —dijo Javier refiriéndose a su altanería mientras clavaba una mirada oscura en Renzo y sonreía siniestramente.
—Sí, que nos hemos fijado en la mujer de otro, por supuesto, con la diferencia de que ella no es la mujer de mi hermano.
La sonrisa de Javier se borró al instante.
—Lamentarás haberte metido dónde no debías italiano de mierda —escupió con furia y se lanzó hacia él para sujetarlo del cuello—, te cargará mucho la verga… Nadie me quitará a Angélica, ni a Axel, ni tú ni mi hermano.
La cara de Renzo se estaba tornando roja por la asfixia. A pesar de eso no dejaba de sonreír, en eso Javier alejó sus manos, no quería que tuviera una muerte tan tranquila.
En ese momento entró uno de sus sicarios.
—¿Don Javier, quiere que nos lo quebremos? —preguntó el sicario que llevaba un fusil de asalto.
—No, me encargaré yo mismo —la mirada de él estaba perdida en el alucinar en las formas tan atroces que torturaría a Renzo.
Al recuperar el aliento, Renzo suavizó la voz.
—Es por eso que intentaste separarla de tu hermano, porque la quieres para ti. Ah, sólo el imbécil de tu hermano no se ha dado cuenta.
—¡Sigue hablando y lo primero que haré será cortarte la lengua perro! —un puñetazo cayó en la mejilla de Renzo y otra serie de golpes en su estómago y costillas ocasionandole que se le fracturaran unas cuantas. Sin embargo, en ningún momento Renzo mostró signos de dolor o temor.
Javier al interrumpir los constantes impactos de golpe, Renzo intensificó su expresión facial y la voz, esta vez dejando ver su lado oscuro y sádico, el demonio que también llevaba dentro.
—Ella ya no está sola, tiene quien la defienda y te haga frente —sonorizó con voz temible e imponente.
Javier se burló como niño.
—¿Ah, sí, y quién? ¿Tú? Tú no eres nadie para mí —al finalizar mostró los dientes enrabiado.
—Te sorprendería saber quién soy. No eres el único con poder.
—Tu poder no sirve en este país si no tienes en tus manos a los parásitos de los políticos.
—Correcto. Pero no habló de mi poder empresarial, sino de mi poder cómo el sucesor de los Gastelum, líder del territorio sur y próximamente… del Norte —y esto lo dijo con una amplia sonrisa de satisfacción.
«Sucesor de los Gastelum», el estómago de Javier por un segundo se encogió.
En aquel momento, un fuerte estruendo se oyó a las afueras del taller de donde estaba sometido Renzo, y al poco tiempo, unos hombres armados arribaron al lugar. El tío de Renzo y su primo habían llegado para rescatarlo, previamente al secuestro por un «puntero, el cual en todo momento lo estaba siguiendo ellos se enteraron, dato del cual Renzo ya tenía conocimiento. El tío de Renzo le recordó a Javier su tratado, pero esto no hizo que Javier quisiera dejar las cosas así, él quería la cabeza de Renzo, y Renzo también quería su cabeza. Esto ya era una guerra.
Antes de retirarse, Renzo dijo por último:
—Tengo una inquietud, ¿que pasaría si tu hermano se hiciera una prueba de ADN con Axel? ¿Resultaría el padre? Ruega a tus deidades que sea así, porque si llego a descubrir de que te propasaste con Angélica, seré yo quien te corte las bolas y a tu asqueroso pene partiéndotelo por la uretra, para que después te violen como la perra que eres.
Un escalofrío recorrió la espalda de Javier, esta vez no se estaba enfrentando con cualquiera, sino con uno que sí podía cumplir sus amenazas. Por eso no dudó en soltar su veneno.
—¿Propasarme? O mejor aclarado que fue algo totalmente consensual, gime muy bonito.
La sangre de Renzo hervía de la ira.
—Si fue así, ¿al saberlo tu hermano seguirá siendo tu misma perra fiel o se te volteará? De cualquier forma disfrutaré cuando se maten entre ustedes.
Sin más que decir, Renzo dio la orden de retirada a sus ya hombres. Y en el transcurso a la hacienda, el comentario de Javier no lo dejaba de perturbar, «consensuado», y también lo dicho por la misma Angélica «No eres con el único con el que lo he engañado» ¿De verdad Angélica era una mujer sin moral?
ESTÁS LEYENDO
Vuelo A La Libertad
RomancePor primera vez Angélica quiso dejar de reprimirse y permitirse hacer realidad sus más ocultas fantasías, quiso pecar y dejar de hacer lo moralmente correcto. Siempre había deseado a alguien que no simplemente se la metiera y sacara, alguien que le...