Renzo
Las palabras de Fabrizio (aunque lo evité, aún así hicieron hincapié en mí) provocó que me empezara a cuestionar mi relación con Angélica. No dudaba de lo que sentía por ella, eso ya era un hecho, la amaba. Pero la cuestión era; «¿Que significo en su vida?»
Entre más lo analizaba, peor me sentía. Yo no era alguien relevante en su vida, no era yo quién estaba en el fondo principal de su celular, no era conmigo con quién compartía momentos importantes, no era conmigo con quién acudía cuando necesitaba ayuda, no era yo con quién dormía todas las noches, no era yo «¿Fabrizio tenía razón?», me pregunté tantas veces tratando de encontrar una respuesta que lo contradijera, pero no había nada... Lo nuestro no tenía futuro.
Las cosas eran así...
Y con esa aceptación mis esperanzas morían. Sin embargo cuando lo daba por sentado, por la mañana después de trasnochar, una luz de esperanza resurgió en mí, gracias a un mensaje de Angélica. Sonreí ampliamente al ver un mensaje de ella:
«Renzo, sé que te puede parecer extraño que te escriba, pero no pude evitar soportar las ganas de contarte que he ganado el premió a mejor vendedora. Has sido la primera persona a quien quise compartirselo. Estoy muy feliz... La empresa está tarde hará una celebración dónde me entregaran el premió. No puedo de la emoción. Bueno, perdona si te llegó a molestar. Nos vemos mañana».
¿Qué me molestaba? Está mujer no sabía que había revivido a un muerto. Quise responderle, mas ella inmediatamente había vuelto a bloquearme. Naturalmente así permanecía por precaución, excepto esos días que nos veíamos. Me llenaba de felicidad su logró, me sentía muy orgulloso de ella. Sin embargo también estaba feliz porque por primera vez me sentía parte de su vida. Podía ser que Fabrizio estaba equivocado...
Para la tardé ya estaba en la ciudad de Angélica, había llegado poco antes de que se llevará a cabo la celebración de su empresa. Había contemplado un encuentro sorpresa, quería personalmente felicitarla y entregarle el collar que tenía alrededor de su piedra preciosa de grandidierita incrustaciones de diamantes, obsequio que le había comprado de felicitación por su logró. No lo compré porque fuera altamente costoso, ni siquiera para lucirme y alardear de mi dinero, sino porque quería darle algo significativo «que le recordara a mí». Y eso era perfecto.
La única persona en quien confiaba en la hacienda, me acompañaba; Miguel, mi chofer y confidente.
—Patron, ¿en dónde la verá? —me preguntó Miguel desdé el asiento del piloto mientras yo permanecía en los asientos traseros.
—Adentro. He sido invitado formalmente por su jefe a la celebración.
—¿Y cómo no? —exclamó enérgico—, sí casi le ha comprado toda la empresa. Era de verlo venir, es un lambizcon... —Miguel inmediatamente calló al darse cuenta de su imprudencia—, disculpe patrón.
Apenado dijo.
—Está bien, no te disculpes. Me gusta que me hables con confianza. Y tienes razón, pero sin duda eso está a mi favor.
Unos minutos después salí y me dirigí al interior de la empresa. Muy pocos sabían quién era realmente. A lo lejos observé a Angélica, estaba junto al señor Octavio, su jefe, y otros compañeros. Irradiaba felicidad, se veía excepcional. Esperé a que las personas se disiparan de su alrededor para poder acercarme, moría por abrazarla y que supiera que me tenía ahí para ella incondicionalmente, pero cuándo estaba a punto de llegar a ella, su esposo apareció por su espalda abrazándola con regocijo. Me detuve en seco y apreté los dientes con fervor, sentí la sangre hirviendo subiendo por mi rostro y más aún cuando ella no se inmutaba en apartarlo. «¿Y que esperabas? Él es quién tiene que estar aquí, no tú», me ataque a mí mismo, nunca me había sentido intimidado y enojado cómo en esa ocasión.
Intenté retirarme al sentirme tan inestable, sin embargo me obligué a seguir allí. Terminar de abrir la herida.
Me oculté entre las personas esperando a que le entregarán el premió, aunque sea de lejos quería acompañarla, y justo en ese momento las palabras de Fabrizio resonaron en mi cabeza «Sólo podrás estar oculto en las sombras de su vida». ¡Stronzo con ragione! Lo maldecí por tener verdad en sus palabras.
En el centro de mi habitación pensaba en que hacer mientras entre mis nudillos sostenía el cigarro que caía en cenizas cómo mi alma. Sentía desmoronarme.
«Lo he encontrado viéndote a los ojos y abrazarte cómo yo, hay un miedo en mí»
«Siempre ha reído conmigo, pero nunca ha llorado conmigo. No sé si eso es bueno o malo. ¿Entonces con quién desahoga sus tristezas?»...
Pensando mil cosas, la noche y la ansiedad me consumieron.
«¿Realmente quiero estar en las sombras de su vida?» Dolía cualquier desición que pensará.
«Necesito verla»
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Vuelo A La Libertad
RomancePor primera vez Angélica quiso dejar de reprimirse y permitirse hacer realidad sus más ocultas fantasías, quiso pecar y dejar de hacer lo moralmente correcto. Siempre había deseado a alguien que no simplemente se la metiera y sacara, alguien que le...