Terceros en discordia

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Un gran barullo se formaba dentro del gran rascacielos Guidacci (compañía automotriz de Renzo), empleados revoloteaban de un lugar a otro por el regreso del CEO. Después de meses de ausencia, Renzo hacía una breve visita de su año sabático para revisar y firmar nuevos acuerdos comerciales. Su estadía sería corta.

Con su traje gris medio ceñido al cuerpo resaltaba su porte, por detrás lo acompañaban sus dos asistentes y más atras sus guardaespaldas. Al llegar al piso más importante, al de su oficina, una mujer rubia platinada, alta de esbelta cintura, muy guapa se le acercó corriendo y abalanzandose a sus brazos.

—¡Renzo! Volviste.

—Basta —le dijo mientras se retiraba de su abrazo con incomodidad—. No te emociones Anicxia, solo estare un par de días.

—Mmm. No sé que te tiene atado tanto tiempo allá en ese pais, pero bueno no importa. Al final volveras...

Los dos caminaban a la par mientras se dirigían a la oficina de Renzo. Los empleados asentían en forma de saludo a su paso, él correspondía de la misma manera con amabilidad.

—Por supuesto. Y dime, ¿ya has solucionado las cosas con tu madre? —preguntó al entrar a la oficina y concederle el paso a ella.

Anicxia rodó los ojos.

—Ya veo que no.

—Ya sabes cómo es ella —contestó Anicxia a la vez que se sentaba al borde del escritorio en una posición seductora.

—Sí, no te culpo. Pero en fin, necesito que desocupes la mansión.

Anicxia frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Porque es mi casa y he vuelto.

—¿Y eso que? ¿No es demasiado espaciosa tu mansión?

—Cierto. Pero creó que a mi mujer no le gustaría saber que comparto mi casa con otra mujer.

—¡Que! ¿Tienes mujer? ¿Desdé cuando?

—Eso no importa. Sólo deja la mansión, puedes irte con tu hermana y después volver cuando me haya ido.

Anicxia rechinó los dientes de la rabia.

—¿A poco ella es celosa? No lo entiendo, somos hermanos —expresó elevando sutilmente una comisura de su labio superior y enarcando una ceja. «Hermanos», ni ella misma se lo creyó.

—Por supuesto, pero creo entender que tu no me ves más así después de lo que sucedió la última vez que nos vimos —refiriendose unos pocos días antes de volver a ver por segunda vez a Angélica—, me besaste.

—¡Estaba borracha! No sabía lo que estaba haciendo. Ya te pedí disculpas. No volveré a hacerlo, debes creerme. Por favor hermano no me alejes de ti —lo miraba con sus ojos cristalinos.

Renzo cerró los ojos abrumado dandose por vencido.

—Efectivamente estabas ebria, y es por eso que confío que no lo volverás a hacer en tus cinco sentidos.

Anicxia saltó de la felicidad.

—Gracias, gracias....

—Espera, eso no significa que... —las palabras se le quedaron en el aire cuando sorprendentemente recibió una llamada de Angélica, sus comisuras se elevaron ampliamente ocasionando que sus ojos se entrecerraran, Anicxia lo observaba expectante y con los brazos cruzados—. Eres tu cariño, que grata sorpresa.

—Sí amor, dime ¿Has llegado bien?

El corazón de Renzo se estrujo al escuchar que le llamó «Amor». Y sus mejillas sonrojadas hicieron hervir de los celos a Anicxia, nunca lo había visto así.

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