Perversión total

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—No es necesa... —la mente se le quedó en blanco al sentir el filo de sus dientes encajarsele en la carne de su intimidad que aún conservaba sus bragas color rosa— ¡Aj!

—Te dejaré claro que nunca te he tenido asco, no volveras a creer eso.

Sin otra cosa que decir él continúo con el asunto extendiendo besos por la carne sensible de sus muslos, la piel de esa zona le resultaba tan delicada que le era sencillo dejar pequeñas marcas rojas. Besaba con delicadeza, sin prisa, tomandose el tiempo de saborearla con su lengua y chupeteando.

Después volvía a acercarse a su zona prohibida, ante eso afiló su mirada hacia ella, parecía un perro lascivo asediandola.

Suavemente retiró sus bragas, el perfume de Angélica ya estaba impregnado en ellas, por un momento Renzo las olfateó dejando boquiabierta a Angélica por su indecorosa acción.

Él le ordenó que cerrara los ojos, ya que estaba recia a recibir tales sensaciones tan gratificantes, seguía diciendole que no era necesario.

—Tengo que ir al trabajo —intentaba persuadirlo, imaginaba que para nadie era agradable usar la boca en una zona no apta.

—Con más razón lo haré, te mandare calientita.

—Renzo... No es necesario, ya me quedó claro.

Cuando sintió su suave y humeda lengua lamiendo su parte sensible se desplomó por completo dejandose llevar, se dió por vencida.

Él con más determinación sujetó sus dos piernas con fuerza para lamer su clítoris y las aberturas de sus labios, así al final dándole una hermosa lamida en su entrada que palpitaba y emanaba un gran calor.

En un instante ella soltó un gemido estremecedor. Estando fuera de sí, sin cordura o vergüenza que la detuviera, Angélica se levantó un poco para recargarse en la puerta lateral usandola como respaldo.

Renzo seguía en lo suyo con devoción, él al sentir la respiración entrecortada de Angélica levantó la vista encontrando un par de ojos llenos de lujuria.

Angélica estaba hipnotizada viendo cómo se esmeraba, pero al momento que él levantó su vista y seguía lamiendola cómo gatito bebiendo agua, su racionalidad la abandonó por completo al verlo con esos ojos de cachorrito obediente amando a su ama... Ella sin previo avisó con los ojos lagrimosos, enterró sus dedos en el cabello rizado y sedoso de Renzo bruscamente, así ocasionando que él presionará su lengua contra su intimidad con fuerza. La lengua de Renzo por tal presión se ensanchó haciendo que abarcara toda la intimidad de ella. Loca por el extasis lo dirigía agarrandolo de sus cabellos rizados y largos cómo si fuesen las riendas de un caballo, por cierto esté caballo resultaba ser muy manso, él no se retractó por el acto tan atrevido de ella, sino que la obedeció felizmente.

—¡Aj! ¡Renzo! Te extrañe demasiado.

—¿Te gusta cattivella? —le preguntó a la primera oportunidad en la que ella suavizó el agarré de sus cabellos.

—Dios sí, pero quiero más.

—No sabía que eras una pervertida.

—Tu me enseñaste.

—Tú me lo pediste.

—Y no me arrepiento.

Él finalmente introdujo sus dedos en ella para hacerla venir, la embistió con ellos en forma de gancho. Ella sintió que el vientre se le encogía con esos movimientos y toques. Unos segundos más terminó intrepidamente feliz.

—Ah —exhaló descansada.

Renzo con amor depósito un casto beso en su bajo vientre una vez que ella terminó. Él pensaba dejar la aventura ahí, pero después de todo lo que le hizo sentir, eso ya no era una posibilidad para ella.

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