Si no es demasiado tarde...

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Anicxia espantada cayó de rodillas al suelo del terror, en sus ojos miraba que no estaba jugando. Pasó saliva.

En ese momento Angélica, que miraba desde la distancia todo lo acontecido, se acercó a Renzo por detrás y deslizando su mano por su palma. 

—¿Podemos hablar? 

El cuerpo de Renzo se estremeció, sin embargo, todavía no había terminado de hablar con Anicxia, por lo que le pidió a Angélica que aguardara. Al segundo fijó su mirada en Anicxia.

—No te quiero hacer daño, no me gusta, me detesto como persona, pero si vuelves a comportarte como mi enemigo tramando algo que ponga en peligro a la persona que amo, no dudaré en actuar de la misma forma. Porque un enemigo es un enemigo. Y yo no tengo piedad con mis enemigos. 

Anicxia se sintió tan rota, el hombre que siempre la había protegido y cuidado de su propia madre, esta vez la amenazaba. No podía procesarlo, porque tontamente había pensado que su lazo con Renzo era más fuerte que con la de esa mujer. Y apenas cayó en cuenta que para él, ella no era nada especial, su enojo la desbordó, frunció el ceño y empezó a insultarlo de mil formas.

Pero Renzo se mantuvo totalmente sereno, a él no le importaba si él era el agraviado, sino cuando eran las personas que amaba. En esta ocasión no pudo reaccionar con indulgencia pasándolo por alto como otras veces que esta mujer se pasaba de la raya.

Él antes de ir a buscar a Angélica se apartó yendo a las caballerizas para aclarar la mente, por un momento se temió que Angélica se hubiera decepcionado de él por haberlo visto actuar así. Pero ciertamente a pesar de que estaba descontrolado cuando enfrentó a Anicxia, él había sabido medir su fuerza para no lastimarla, aunque si la volteó bruscamente hacia él, en ningún momento la dañó. Y cuando dijo que le cortaría la lengua, fue entonces porque se dio cuenta de que ella se había convertido en la enemiga de Angélica, por ende en la de él también.

Angélica preocupada, ya no pudo esperar más a Renzo, así que fue a buscarlo. Al encontrarlo sentado adentro de unas caballerizas, se acercó a él lentamente. 

Renzo al sentir su presencia levantó la vista y al verla hizo ese gesto tan genuino de él levantando una ceja y bajándola rápidamente, y es que la percibía diferente, cómo con la guardia baja, y tenía razón.

—Si no es demasiado tarde, quiero abrirme contigo —dijo ella con voz sutil.

—Te escucho —él había bajado sus armaduras desde que se enteró de que ella sí lo había llamado aquel día. Eso le dio confianza para atreverse a escucharla.

Ella apretó los labios nerviosa, y luego fijó su mirada en sus manos entrelazadas, poco tiempo después de empezar a hablar las liberó, por supuesto esto llamó la atención de Renzo ocasionando que los músculos de su cara se relajaran gradualmente por tal sorpresa, que era porque ella a fin se estaba soltando y siendo sincera con él de verdad.

—Me negué a pedirte ayuda, desde un principio, porque tú siempre me importaste, de lo contrario si lo hubiera hecho; eso habría significado lo contrario... (Yo también anhelaba lo mismo que tú) —dijo apenas en un hilo de voz—, porque pidiéndote ayuda, que era lo más fácil para mí, hubiera significado que realmente no me importabas y tampoco te... amaba. Y precisamente porque si lo hacía, es porque no te lo pedí, al final sabía que... Te arrastraría a este sucio mundo. Yo... ¡No quería que perdieras tu libertad por mí Renzo! 

Sus ojos estallaron en lágrimas y su voz cortada en un gran llanto.

—¡Mira dónde estás ahora por mi culpa! 

A él se le quebró el corazón al igual que al de ella, no tardó mucho cuando se puso de pie y la retrajo a sus brazos apretándola con fuerza. 

—No te culpes porque esto era justamente lo que yo quería ser para ti, ser tu apoyo, que vieras en mí una salida. Agradezco que te abras conmigo y confíes en mí ahora, eso era lo que más quería de ti Angélica —dijo en un nítido de voz cálida. Él recargó su mejilla en su nuca y ella lo abrazó con mucha fuerza.

—Siempre quise decirte todo esto, antes de que te enterarás ayer. 

—Siendo así, ¿por qué no viniste a mí? Sabes lo tan ansioso que estaba por ti.

La suavidad de su voz con la que la hablaba la hizo sentir tan segura.

—Por qué sentía que si me quebraba ya no iba a poder levantarme... Renzo, Javier me violó y es padre de Axel —ella levantó su mirada y lo vio directo a los ojos, en ellos Renzo pudo ver un profundo dolor—. Me despedazaron viva —terminó de decir entre llorosos. 

A Renzo se le formó un gran nudo en la garganta y su pecho se estremeció al escucharla. Él intentó poner su palma en su corazón para entibiarlo, pero ella lo detuvo enseguida.

—No, ahora no me des ese tipo de amor, porque me temo que no podré parar de llorar hasta morir. 

—Dime que necesitas y lo haré... —dijo con tremenda seguridad, refiriéndose a asesinar, degollar cuellos, a desmembrar a sujetos vivos— Dime y lo haré.

Pero su respuesta lo sorprendió más.

—Tócame como tú sabes, hazme sentir bien, es lo que necesito —le dijo profundizando su mirada en él—, solo estando contigo olvido todo lo malo.

Renzo por un instante se quedó perplejo, no intuyó que ella fuera a pedirle eso, pero poco después reaccionó y quiso cargarla en sus brazos para llevarla a la habitación, sin embargo, ella se negó, en cambio, le pidió que le hiciera el amor ahí mismo en las caballerizas, por un segundo él la miró con rostro de incredulidad, no obstante él no se opuso porque no podía negarse nada de lo que ella le pidiera. Además, a cabo todos los trabajadores ya se habían retirado y en la casa solo estaba Fabrizio que seguramente ya se encontraba dormido. Y por su parte Anicxia preparándose para irse. 

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