Renzo
Esa noche se había vuelto la más significativa de mi vida, conocí otra faceta de mí como hombre: «El instinto de proteger», era una fuerza de un poder inmenso que se activaba con esa mujer desconocida (ni siquiera cuando fuí militar tuve una magnitud parecida a la que sentí con ella).
Conforme la besaba y acariciaba esa noche, sentía la necesidad de entregarle todo lo que era mi ser. Mi cuerpo quería brindarle más y más... Ella se estremecía mientras la envolvía con mis brazos entregándole lo que era (era tan gratificante sentir las reacciones que le provocaba), daba sutiles espasmos en los músculos que deleitaba, su piel al recibir cada uno de mis toques se erizaba, cómo si en mucho tiempo no la hubieran tratado con amor, con delicadeza.
Dolió cuándo se fue sin despedirse, sin siquiera decir adiós. Y cuándo miré que se había llevado el contrato no pude evitar cuestionarme si ella había aceptado acostarse conmigo solo para asegurar la venta, realmente ese día fuí muy pesado «Fue por conveniencia, no porque lo quisiera», dolía esa posibilidad. Traté de ser razonable, y no pensar mucho en ello, no eramos precisamente cercanos para que se despidiera de mí cómo si fuéramos algo. La entendía en esa cuestión.
El tiempo pasó e intenté estar con otras mujeres «tener sexo ocasional», pero fue inútil, me parecía tan desabridas las caderas de otra mujer, no me despertaban nada. Y aunque pusieran todo su empeño era en vano, nadie podía hacerme sentir lo que ella me ocasionó; sentirme cómo un hombre de verdad.
Nunca en mi vida había tenido una relación seria, nadie me había hecho sentir lo suficiente para querer hacerlo. Pero ella me había hecho sentir más que suficiente.
Extrañe sentirme necesitado, y es que mi necesidad de darle todo, era realmente la necesidad de ella de querer sentirse amada, su cuerpo me lo hacía saber con esas señales...
¿Cómo olvidarla?, me preguntaba constantemente. Después de conocerme a través de ella, ¿cómo me resignaba a perderla? Después de sentirme tan pleno ¿Cómo?... La quería para toda la vida, darle todo de mí. Pero ella ya compartía sus días con otro. La rabia corría por mis venas hinchandolas, la única mujer que quería, no era para mí, era prohibida. Las entrañas se me retorcían cada vez que pensaba en ello, era la impotencia, los celos, la tristeza que se mezclaban dentro de mí.
Fabrizio después de saber que ella era esa mujer, ya no me alentó y apoyo, esa idea de buscarla se desvaneció, porque ella estaba casada. Me aconsejó constantemente que nos regresáramos a Italia «Lo más sano es que mantengas distancia», esas fueron sus palabras.
—Lo ideal es tener una persona solo para ti y que corresponda a tus sentimientos Renzo —«Sin embargo el amor es impredecible», pensé mientras me decía Fabrizio—. Tu felicidad no tiene por qué ser resultado de la infelicidad de otra persona —terminó de decirme Fabrizio antes de subir a la avioneta, cómo último intento de advertencia.
—Nos vemos amigo —no le respondí más, no podía decirle algo concreto. Estaba muy confundido. Él al ver mi mirada sé que se fue preocupado, él me conocía tan bien que seguramente sabía que planeaba hacer.
Y a pesar de saber que tenía razón y que me decía esas cosas por mi bien, aún así lo odié en ese momento. Respiré tranquilo cuándo al fin abandonó la hacienda. Me sentía libré, libre de cometer actos prohibidos.
...
—¿Aquí está todo de lo que me habló?
—Sí señor, ahí estan las fotos y videos que tomé, también los documentos —me respondió mi detective personal, la persona que envíe para que investigará a Angélica. Estaba reacio en aceptar que lo nuestro solo haya sido por casualidad. Debía existir algo que me dijera que la conocí por una razón importante.
—¿No hay denuncias? —pregunté al ver que no había ningún documento que lo justificara.
—No señor. Investigué en el ministerio público y no hay nada. También investigué con los vecinos, al parecer él es un esposo excelente y amoroso, también un buen padre.
Al escuchar lo tan bien que describía al esposo de Angélica sin ser consciente clave mi mirada en él que parecía atravesarlo con ella. Miré como se estremeció por lo que inmediatamente calló.
—¿Y de ella que te dijeron? —pregunté rompiendo la fría atmósfera.
—Bueno... de ella, no escuché muchas cosas buenas.
—¿A qué te refieres?
—Que escuché más bien cosas malas, cómo que es una persona huraña, poco amigable, déspota, y que muy a menudo antes se la pasaba gritándole a su esposo. O sea que lo trataba mal y lo menospreciaba.
Ya no quise seguir escuchandolo, me irritaba cada cosa que me informaba por su boca. Mejor preferí leer el informe y digerir la información a mi propio ritmo.
Me quedé solo en el despacho con ese informe, al abrirlo lo primero que encontré fue una foto de ella saliendo de casa, lucía triste. En otra foto acompañada de su esposo también lucía igual. Así permanecía en fotos distintas, siempre con las comisuras de sus labios curvadas hacia abajo, con la cara amarga, palida, sin luz. En otras fotos más en las que sonreía, se notaba a simple vista que eran falsas. Las únicas fotos dónde aparecía genuinamente feliz eran al lado de su hijo. Su hijo era hermoso al igual que ella, me llamó mucho la atención la mancha grande del lunar que tenía en el brazo. Me pregunté si se lo había heredado su madre, no lo sabía, nunca miré su cuerpo en la luz. «Seguramente sí», me dije.
Entre otras cosas en el informe leí que ellos vivían cómodamente, no al punto de ser millonarios ni nada que se lo parezca. Pero si con trabajos estables y bien remunerados. Un dato decía que ella solo tenía un año y medio trabajando. Era una novata cuándo me conoció ¡Dioses!, no lo parecía.
En fin todo esté informé me pareció sin sentido. Ya sentía que escuchaba la voz molesta de Fabrizio «Solo quieres una excusa»...
Aunque no la tuviera, igual lo iba a hacer. Y así fue. La buscaría, no me importaba nada. Sólo quería volverla a tener aun así sabiendo que era incorrecto e inmoral. Quería penetrarla, hacerla sentir mujer y que después se sintiera mujer solamente conmigo. Quería hacerle tantas cosas. Quitarle esa amargura de su cara. De sólo imaginarlo me ponía duró, ¡ah! Me sentí cómo un pervertido. No obstante también quería conocerla emocionalmente.
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Ahorita subiré otro capítulo. Muchas gracias por leer está historia. Por cierto los invito a seguirme en mi página de Facebook "Catalina López", no subo nada increíble, pero me encanta compartir memes.??...
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Vuelo A La Libertad
RomancePor primera vez Angélica quiso dejar de reprimirse y permitirse hacer realidad sus más ocultas fantasías, quiso pecar y dejar de hacer lo moralmente correcto. Siempre había deseado a alguien que no simplemente se la metiera y sacara, alguien que le...