Ante sus fuertes gemidos Renzo abandonó sus senos, era momento de pasar a explorar otras zonas. Bajó sus manos para manosear con las yemas de sus dedos índice y medio a su botón. Lo palpaba una y otra vez evaluandolo. Él estaba muriendo por penetrarla, pero aún no era el momento correcto. Apenas ella estaba secretando. Dedujo que nadie había sido capaz de liberar sus hormonas, por lo cuál se encontraban frígidas y difíciles de incendiar, necesitaba irlas liberando poco a poco. Él siguió presionando con su par de yemas su ya hinchado clítoris de forma circular. Trabajaría hasta conseguir un jugo distinto del que no fuera el cotidiano, él quería su delicioso jugo recién hecho, «el del orgasmo».
Ella ladeaba la cabeza y echaba los brazos hacia atras extasiada. Sentía una fuerte opresión en su cavidad, deseosa de ser penetrada. El centro de su vientre ardía en un vacío, un dulce dolor que le retorcia cada extremidad. Moría por ser llenada.
—Ya penetrame —le exigió Angélica.
Él resopló molesto.
—¿Tan básico es el sexo que has recibido, que solo deseas una simple penetración dónde te abandonan antes de terminar? —él negaba con la cabeza— No lo haré. Dejá de apresurarte. Dale tiempo a tu cuerpo, y a mí. —Finalmente se acercó a su oído y le susurró algo que la estremeció—, confía en mí, mi amor. Espera...
«Mi amor», los ojos de Angélica se agrandaron y su pecho se agitó. Él teniendola tan cerca pudo apreciar el efecto que causo en ella con sus palabras.
—¿Confiarás en mí? —le pregunto Renzo.
Ella solo pudo asentir, estaba en shock.
Poco a poco se fue relajando y le fue permitiendo que se tomará el tiempo necesario para hacer cuanto quisiera con su cuerpo, ya no quería perderse nada de lo que él pudiera ofrecerle.
Él continúo besandola por lugares de su cuerpo que ella creía insensibles al tacto, como el largo de sus piernas o brazos, nunca imaginó que esas zonas podían ser tan erógenas, pero es que él con su paciencia y sus cálidos y castos besos masajeando con su suave y humeda lengua lograba erizarle cada parte de su piel. Y esos mordiscos con los que sellaba su presencia en cada lugar que visito le nublaban por completo la razón. Sus mejillas ardian de lo tan sonrojada que se ponía con cada toque de él. Su quijada comenzaba a doler de tanto sonreír.
Él le estaba liberando una gran cantidad de oxitocina, una felicidad que se extendía a cada órgano. Sentía la vida corriendo por sus venas.
Finalmente los dos quedaron sintiendo la respiración del otro en sus rostros, por un momento se quedaron así quietos sintiendo ese calor de sus respiraciones. Poco después él abrió sutilmente los labios separando a los de ella de forma lenta para introducir la punta de su lengua. Ese beso comenzo lento y luego se fue intensificando cuando él abrió totalmente su mandíbula obligando a ella también hacerlo. Un beso que por poco se comian. Ella empezaba a jadear en la boca de él.
Renzo no lo pudo soportar más al escucharla jadear. Tomó su pene y con su punta gorda empezó a presionar su punto sensible y deslizarlo por todo su canal bañandolo con los frutos que había cosechado. Esa zona le palpaba a Angélica, sentir esa cabezota le acortaba la respiración. Al parecer este hombre tenia un buen dote. Se preguntaba que tan grande la tenía. Obviamente ya había sentido un enorme bulto entre sus muslos, pero quería saber cuál era su longitud.
Él estaba a punto de tomar un preservativo de su buro, pero no lo hizo cuando ella le pidió que no lo usará porque estaba deseosa de sentirlo al natural, y que mejor por la mañana tomaría la pastilla. Renzo no vio el problema y aceptó.
Lentamente él solo introdujo su punta y luego la sacaba, logrando tensar a Angélica de la frustración de dejarla deseosa. Su vientre cada vez le dolía más. Necesitaba urgente calmarlo. Nunca antes había sentido algo así.
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Vuelo A La Libertad
RomancePor primera vez Angélica quiso dejar de reprimirse y permitirse hacer realidad sus más ocultas fantasías, quiso pecar y dejar de hacer lo moralmente correcto. Siempre había deseado a alguien que no simplemente se la metiera y sacara, alguien que le...