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Escena eliminada: Capítulo Diecisiete.
[Adolescencia a lo Hargreeves]
(En mi libro: Te extrañé)

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(______)

¿Quien diría que Diego al fin iba a tener razón de algo?. Si lo veíamos desde una perspectiva diferente, Stan y Klaus si tenían algo en común...ser holgazanes o cagarla en el peor momento.

Ejemplo: Ya en una habitación, Klaus tomaba de su botella de alcohol mientras que Stan lo veía de reojo al estar limpiando unos cuadros de la pared.

- Hey, te quedó sucio.- señaló el ojiverde después de hacer gárgaras.

- Si, a ti te quedó sucia la cara y no digo nada.- soltó sarcástico.

- Oye, cálmate ceniciento, esto no es nada comprado a lo que viví a tu edad.- bufó molesto.- Mi padre me hizo lavar la ropa durante seis meses.- entrecerro los ojos al recordar su suplicio.- ¡Seis meses!. Solo por empeñar unos de sus tesoros invaluables mexicanos.- Stan vió que miraba a otro lado, aprovechando para robar lo que le apeteciera.- Bueno, resultó que si tenía valor y me gasté esos 35 dólares.- admitió.

- Lavar ropa no está mal.

- Pues lo es cuando tus hermanos usan los calcetines para sus cochinadas.- tembló al recordar.

- ¿Te metías en problemas a mí edad?.- miró a su "tío" quién soltó una risita nasal.

- Hurtos, incendios...¿Sabes?. Todo lo que hice mi era ilegal en ese tiempo, ¿Conoces la ley Klaus?.

- No.

- Como sea. La mayor parte que hacía era para molestar a mi papá, Luther, Diego, _____ o Ben.- soltó unas risitas nostálgicas.


« Flashback


- ¡Esto es inaceptable número Cuatro! ¿Cómo se te ocurre vender mis preciados tesoros mexicanos? ¡Solo obtuviste un castigo severo ante tu mala conducta!...

- ¡Vaya, al fin consigo tu atención! ¿O tú qué crees por qué lo hice? Solamente así me prestas de tu tiempo.- admitió Klaus interrumpiendo el regalo de su padre.

El número Cuatro de cansó de ser ignorado al igual que el resto de sus hermanos gracias a su padre, el cual parecía más atento a sus negocios que a sus hijos. Lo único que al chico se le ocurrió, era un plan un poco loco y arriesgado pero poco le importaba si es que obtenía la atención de su padre, así que no lo pensó dos veces y rápidamente hurtó los preciados e invaluable tesoros mexicanos.

Cosa que no pasó de desapercibido.

- Te prohíbo que me alces la voz, número Cuatro. Ahora, te ordeno que vayas con tu madre al cuarto de lavado, tomes un cesto y subas a los cuartos de tus hermanos hombres para finalmente lavarles sus prendas.- explicó Reginald.

- ¿Por qué no de una vez también la ropa de mis hermanas?.- preguntó sarcásticamente.

Al parecer el carácter de Ocho ya se le estaba pegando.

- Tu madre se encargará sobre ellas, ahora, retirate que no tengo tiempo que perder contigo.- Klaus rodó los ojos y salió hacia el centro de lavado de la academia para acatar las órdenes de su padre.

Después de llegar y explicarle a su madre acerca del castigo, no tardó en llegar al piso de arriba y tocar primero la puerta de Cinco, con el cual no tuvo problema ya que el chico se encontraba en el jardín haciendo no se que. Después de eso, tocó la puerta de Luther, quien salió con una cara seria.

- ¿Qué quiere?.

- Hola hermano ¿Qué tal tu día? Yo muy bien ¿Y tú? No pues aquí disfrutando del día, ah, que bueno...

- Juntarte con ______ te está afectando.- admitió el rubio interrumpiendo a su hermano.

- Como sea, dame tu ropa sucia que la lavaré.- Luther lo miró de forma incrédula.- Estoy cumpliendo un castigo así que te agradecería que pusieras de tu parte para terminar con esto lo más rápido posible.- explicó aburrido.

Su hermano asintió entrando y saliendo en cuestión de segundos junto con una pequeña montaña de ropa sucia. Klaus lo colocó en la cesta y luego se dirigió a la puerta de Diego, la cual tocó sin esperar.

- Diego ¿Puedo entrar?.- la puerta se abrió rápidamente.- Holiiiiiiiis.- Diego giró los ojos.

- ¿Ahora qué?.

- Pero que humor de mierda que se cargan...Dame tu ropa, papá me castigó así que tengo que lavarles la ropa.- Diego se metió nuevamente hacia su habitación mientras soltaba una risita burlona y luego salía con esa misma pero ahora con sus prendas sucias.

- ¿Se puede saber ahora que hiciste? ¿O más bien, que no hiciste?...

- Pues no se puede saber.- Diego gruñó molesto y finalmente le cerró la puerta a Klaus en la cara.

El de rulos no se lo tomó a pecho y decidió seguir con su camino para poder llegar a la puerta de Ben y tocarla.

- Iugh, que asco. ¿Hace cuánto que no lavan esto?.- murmuró asqueado mientras veía un calcetín negro de suciedad y otro blanco con una mancha rara.

- Hola Klaus ¿Ahora qué necesitas? Ocho y yo estamos en hora de lectura.- explicó Ben.

- Lo siento Benerino pero necesito tu ropa sucia. Estoy cumpliendo con un castigo.- Ben asintió al comprender y no tardó mucho en darle su ropa sucia a su hermano.- Por cierto ¿Dijiste que ______ está contigo?.

- Sí ¿Por qué?.- Klaus no respondió y simplemente abrió más la puerta notando como la chica se mantenía sentada cerca de la ventana mientras leía en silencio.

El momento era perfecto...para una travesura. Según él.

Sonriente y con una mala idea en mente, se atrevió a tomar aquellos calcetines para tirarle uno primero a Ben (el que tenía una mancha rara blanca) y luego tirarle el otro a Ocho (el extremadamente sucio).

- ¡Klaus Hargreeves!.

El de rulos no tardó en correr por su vida. También según el, algo bueno tenía que salir de todo esto.














































































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ᴮᴬᶜᴷˢᵀᴬᴳᴱ ☂️ // ᵀᴱ ᴱˣᵀᴿᴬÑÉ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora