2. Descubrimiento importante.

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Alessandra.

Miré al duque que tenía su mirada fija en Aron. Vi la mano de Aron viajar hasta su espada y decidí dar un paso adelante y hablar.

—Duque —aclaré mi garganta—, es mejor que regrese a palacio.

Le di una mirada de advertencia y el fijó su mirada en la espada de Aron. Volvió a verme y dio otro paso hacia atrás.

—Nos vemos luego, princesa.

Me giré y vi a Aron que seguía al duque con la mirada y lentamente soltaba su espada. Después de perderlo a la distancia sus ojos se encontraron con los míos, su iris tan rojo como los recordaba y su cabello rubio blanquecino tan característico.

Su rostro estaba serio, y con grandes pasos llegó hasta mí, tomó mi mejilla y la acarició.

—Hola, Lessi.

Idiota.

Desapareció por dos años y llega a saludarme como si nada, lo peor es que solo el susurro de su voz me hacía olvidar a todo el mundo.

—Buenas tardes, Sir. —Trato de sonar indiferente.

—¿Sir?

—Es un caballero ¿o no?

—Soy tu caballero.

—Pensé que lo había olvidado.

No dijo nada, su rostro se ensombreció y dio un paso atrás.

Aron Cavel es el guerrero más fuerte de todo el imperio, pertenece al clan Cavel, quienes son descendientes de la Diosa de la Discordia y la Astucia: Fenihel. En un momento fue un clan alabado y temido, hoy está casi extinto y sus miembros no juran lealtad a ninguna nación, son un peligro constante, a excepción de Aron.

—¿Ya no quieres hablar? —Pregunté.

—Sólo vine a escoltarla de vuelta a palacio, princesa.

—No necesito una escolta.

—Eso no es lo que parecía hace un momento.

Me giré para caminar, odiaba que tuviera razón. Lo sentí venir detrás de mí, sin decir una palabra, solo caminaba.

Aron me acompañó hasta el salón comedor y se fue, no dijo otra palabra, solo me dejó ahí y se marchó.

Entré al comedor y noté que aún no llegaban los demás. Me senté en un sillón y posé mis manos sobre mi cara, estaba segura que estaba completamente roja.

Aron se convirtió en un granDioso espadachín a corta edad y solía estar siempre conmigo, a mí me agradaba su presencia y cuando él se convirtió en caballero me juró lealtad a mí, no al imperio como es costumbre, pero mi padre lo aceptó.

Después se volvió mi caballero personal, era sobreprotector y no dejaba que nadie se acercara a mí, incluso otros caballeros escoltas. Siempre creí que le gustaba ya que conmigo era cálido y siempre me sonreía, mientras que con los demás era hostil y frío, pero hace dos años me dejó en claro que no era así.

Cuando iba a cumplir 18 años me declaré a él, le dije que me gustaba, que quería estar con él y esperaba que me respondiera lo mismo, si era así, le suplicaría a mi padre que me permitiera casarme con él, pero sus palabras me destrozaron el corazón; "Lo siento, princesa, yo no siento lo mismo por usted".

Su honestidad me destrozó y dos días después, él renunció a ser mi caballero y se alistó para estar en el frente de batalla.

La primera vez que regresó a palacio lo recibí corriendo y con una sonrisa, pero él se giró y no me dirigió ninguna palabra. Los meses fueron pasando y cada vez que volvía, lo observaba por la ventana, pero él jamás volteó a verme, jamás preguntó por mí, me volvía inexistente para él.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora