15. Cartas.

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Alessandra.

Contuve mis ganas de llorar cuando cruzamos las murallas que rodeaban el Palacio. Sir Eliot se bajó del caballo y luego me ayudó. A la entrada del palacio vi a mi madre, ella bajó las escaleras corriendo cuando me vio. Estaba muy sorprendida cuando me abrazó, ella jamás dejaba que sus emociones la dominaran.

—Alessandra, me alegra que estés bien hija —me alejó un poco y me inspeccionó—. Aunque pareces muy herida.

—Estoy bien, solo necesito un baño y vendajes.

Me acompañó hasta dentro y luego fui escolta por Sir Eliot hasta mi habitación. Él se quedó afuera del baño mientras yo me lavaba.

Tenía mi pecho lleno de sangre, mi cuello, mi ceja y mano izquierda. Ninguna herida necesitaba sutura, por lo que pude hacer los tratamientos sola. Los ungüentos que preparaba ayudaban a detener las hemorragias, y apliqué en cada herida de mi cuerpo. Me lavé con cuidado y luego me vestí. Me puse pantalones y botas negras. Vendé con cuidado mi pecho, no quise pedir ayuda, no quería explicar nada. Luego curé mi cuello y puse otra venda. Una vez vendada me puse una blusa de color vino.

Cerré mi blusa, dejando solo parte superior sin abrochar, no quería presión en mi cuello. Remangué la manga del lado izquierdo, pero no pude hacerlo con mi lado derecho, la herida en mi mano era profunda. Llamé a Eliot, necesitaba su ayuda.

Él remangó mi lado derecho y me ayudó a vendar mi mano. Tenía ambas muñecas amoratadas así que extendí el vendaje hasta las ellas.

—¿Cómo quedó tan lastimada, princesa?

—Iba a ser mucho peor.

Traté de sonreír, pero no pude. Eliot bajó su mirada, no sabía que pensaba, pero se veía triste.

Cuando estuve lista volví donde mi madre, estaba claro que hoy nadie dormiría. Eliot no se apartaba de mí lado, pero eso estaba bien para mi madre. Nos sentamos en el despacho cuando vi entrar a mi abuelo.

—Alessandra —Sus ojos se agrandaron al verme—. ¿Cómo sucedió esto?

—Me encontré con un viejo amigo tuyo —contesté—. Quiso mandarte un mensaje, un agradecimiento por lo de su ojo —apunté la cortada en mi ceja izquierda.

—¿Qué?

—No sé su nombre, pero era del clan Cavel.

—Lenox —dijo entre dientes—. ¿Qué te hizo?

Me tensé un poco, no quería recordar ese momento.

—¿Cuál es la situación aquí? —Cambié de tema sin prestar atención por si notaron mi incomodidad.

—Aún no tenemos el conteo de muertos y daños.

—Hay que avisarle a mi padre, deben volver de inmediato.

Noté que mi madre y mi abuelo se miraron, ninguno dijo nada, pero se notaban nerviosos.

—¿Ya enviaron por él?

—Querida —habló mi abuelo—, no hemos tenido noticias del emperador y su escuadrón hace más de cuatro días.

—Pero mi padre debe estar bien, él está con Aron, deben tener solo una demora. Si, debe ser eso. —Sentí que mi pulso se aceleraba.

—Los príncipes y sus delegaciones también han desaparecido, creemos que son rehenes.

—No —reí nerviosa—. Mi padre viaja con Aron, ellos deben estar bien.

—Querida, es posible que Aron haya caído en batalla.

—¡No! —Grité y golpeé la mesa—. Aron no cayó en batalla, él es el más fuerte de todos, no pudo caer, él está bien y traerá a mi padre y a Cas a salvo.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora