11. La cabaña.

196 21 0
                                    

Alessandra.

Elena y Chris también soltaron sus lámparas y después de un rato, una suave música comenzó a sonar nuevamente.

Chris bailaba con Elena y conmigo una canción que narraba la historia de un bandido que se enamoró de dos mujeres.

Luego sonó una melodía más alegre y Elena comenzó a bailar con un joven que la invitó. Después de mucho baile me acosté en el césped, estaba cansada, pero parecía que Chris quería seguir bailando.

Noté a una pequeña que miraba a Chris que descansaba a mi lado. Me acerqué hasta ella y le hablé:

—¿Quieres bailar con él? —Pregunté y ella asintió nerviosa, pero con ojos brillantes.

Me levanté, tomé su mano y me paré frente a Chris. Él me miró con ojos entrecerrados.

—A la señorita le gustaría bailar.

Chris me sonrió, se puso de pie y le tendió la mano a la niña que parecía tener 10 años.

—Me concedería la siguiente pieza de baile, milady.

Ella asintió y tomó su mano. Yo me senté nuevamente, no podía despegar la mirada de su tierno baile. Él le sonreía y la hacía girar con mucha delicadeza.

—Ya conozco esa mirada —Elena se puso a mi espalda y apoyó su mentón en mi hombro—. Apostaría mi corona que ya te imaginaste toda una vida juntos y en lo tierno que se vería al bailar con una posible hija.

Quise refutar, pero la idea si cruzó por mi mente y me parecía muy linda.

—Es hora —dijo poniéndose de pie—. Te daré la distracción, más te vale aprovecharla.

La vi acercarse a Eliot y caminar hacia la mansión. La canción había terminado y Chris estaba frente a mí.

—Ven —dijo tendiéndome una mano—, quiero que veas algo.

Caminamos por unos minutos y llegamos hasta un gran árbol, parecía que su tronco estaba torcido, sus ramas estaban llenos de flores color vainilla y hojas doradas. Había un árbol igual en el palacio, pero no tenía información sobre él.

La música sonaba a la distancia, pero muy bajo. Chris me rodeó la cintura con sus brazos y me dio un apasionado beso. Me alejó un poco y tomó mi cara entre sus manos.

Princesita... —ya me estaba acostumbrado a que me llamara así— ... debo volver a mi casa, pero no puedo irme sin antes decirte algo muy importante.

—¿Qué sucede?

—Volveré dentro de un mes y volveré por ti. Sé que no he sido muy honesto, pero tengo una buena razón para ocultarte una parte de mí y espero que eso no afecte lo que tú sientes por mí.

Él se alejó un poco más y tomó mis manos.

—No sé quién eres o porque finges ser una plebeya, pero nada de eso me importa, siento que conozco quien realmente eres. Tú no usas el apellido de tu familia cuando ayudas a otros, lo haces por voluntad y eso es maravilloso —apretó un poco mis manos—. No sé cómo sucedió o en qué momento te metiste en mi cabeza, pero hace mucho que no puedo imaginar mi vida sin ti y realmente no quiero hacerlo, tú eres todo lo que quiero. Por primera vez en mi vida estoy seguro de algo y no quiero arrepentirme y pensar en lo que puedo ser.

Llevó su mano al bolsillo de su pantalón y sacó una pequeña caja.

—Mi hermosa princesita —bajó una rodilla al suelo y abrió la caja—. Me harías el hombre más feliz de todo el mundo si aceptas casarte conmigo.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora