56. La amarga verdad.

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Alessandra.

Él avanzó y yo retrocedí por inercia hasta que mi espalda chocó en el pecho de Rob. Se veía muy enojado, nunca lo había visto así.

—Espero una respuesta —sus ojos estaban fijos en Rob.

—No sucede nada —respondió el hombre a mi espalda.

—¡Los escuché!

—Henry... —su mirada cayó hasta mí y no pude sostener el contacto visual.

—Hace un segundo parecías querer hablar mucho, Rob ¿ahora te callas?

—Solo hablaba con ella —rascó su cabeza.

—Parecía que querías hacer algo más que hablar.

Me sorprendí cuando Henry tomó mi mano y me acercó a él. Sus ojos estaban fijos en su primo, y él nos observaba a ambos.

—No tengo tiempo para esto, debo ir por ese lagarto.

—Cavel ya se encargó de eso —lo frenó—. Ahora me responderás a mí.

—Apártate, Henry.

Quería huir de ahí, todo estaba muy tenso, pero Henry apretó más fuerte mi mano.

—Tú no te vas —me miró y luego se volvió a Rob—. Responde Robert ¿por qué te molesta que mi esposa duerma conmigo cada noche?

—¿Quieres la verdad? —Lo miré esperando que no dijera nada—. Me gusta la princesita. —Cerré los ojos y meneé mi cabeza ante su respuesta.

—Quieres a mi esposa.

—Sí, Henry, la quiero para mí, porque tú no la mereces.

—No la tendrás.

Henry se dio media vuelta y caminó fuera del pasillo. Su agarre en mi muñeca estaba tenso, pero no quería decir nada, Rob había dicho suficiente.

—¡Suéltala, Henry! —Rob gritó detrás de nosotros—. No te dejaré vivo si la lastimas.

Henry me miró serio, en sus ojos vi que algo había cambiado y era mi culpa, él se había esforzado en hacer que éste matrimonio funcionara y yo había estropeado todo dejándome llevar por una ilusión.

Vi una vena marcarse en su frente, quería decirme algo, pero volteó su cabeza y miró a su primo.

—Una cosa es que sientas algo por ella y otra es que me digas que puedo o no hacer.

—Ella no debe entrar en tu juego, fui yo él que cruzó la línea.

—Que tierno que la defiendas. —Henry me soltó y cruzó sus brazos—. Pero es mi esposa de quién estás hablando y yo veré lo que hago con ella.

La expresión de Henry me asustó, ya lo había visto celoso antes por Aron, pero jamás así, parecía irradiar odio y desprecio.

Por el ruido y los gritos, muchos se acercaron a ver qué sucedía. Quise apartarme un poco, estaba asustada, pero el grito de Henry me dejó helada.

—¡No te muevas de mi lado! —Me quedé quieta, su orden fue clara y la obedecí sin decir nada—. No te volverás a acercar a ella, Robert.

—No lo haré Henry, me alejaré —levantó sus manos—. Solo no le hagas daño.

—¿Crees que soy un maldito monstruo?

La mirada de Rob llegó hasta mí, pude ver que estaba preocupado. Observé a Henry, él tenía su mano en la empuñadura de su espada, no sabía que pretendía, pero en ese momento no confiaba en él.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora