45. Miradas extrañas.

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Henry.

Esa mañana no pude despedirme de Les, ella dormía cuando salí de la habitación. El emperador ayer me invitó a recorrer el territorio central, y salimos con una pequeña delegación, lejos de la ciudad, debía familiarizarme con el imperio.

—¿Qué tal la relación con mi hija? —rompió el silencio.

—Todo bien, señor.

Ya era pasado medio día, aún no íbamos de regreso, pero esta era la primera conversación que él iniciaba y no me sorprendía que fuera sobre Les.

—¿Sabes que sigues vivo porque ella te estima?

—No entiendo, Su Majestad.

—No tengo razones para no matarte a ti, a tu padre y a tu primo —detuvo su caballo—. No lo hago solo porque ella no quiere, pero si la lastimas o la haces infeliz de alguna forma, los destrozaré y no me interesan los tratados que se firmaron.

—No tengo razones para herirla, Majestad.

—Aunque no me guste, mis nietos llevarán tu sangre, intentaré llevarme bien contigo, por ella.

Continuo su andar y lo seguí desde atrás. Él era muy frío, incluso daba más miedo que Edgar, pero su debilidad era Les, como dijo mi padre, no había nada que no haría por ella.

Ella era físicamente hermosa, pero también es una persona bella y única, casi no parecía humana, desprendía alegría y amor, era imposible no hacer cualquier cosa que ella te pidiera. Incluso había visto esa mirada en Robert, había notado cuando la observaba, como mantenía su mirada unos segundos más de lo normal. No sabía si debía preocuparme por él, siempre ha sido un mujeriego, pero nunca lo había visto mirar a nadie como la miraba a ella.

Escuché un caballo galopar a mi espalda y me giré. Eliot se acercaba rápido hasta el emperador.

—Su Majestad —frenó frente a él—. Llegó un mensaje de la capital, la princesa sufrió un ataque de Lenox Cavel.

—Ese maldito perro salvaje —giró su caballo—. De vuelta al palacio ¡Ahora!

—¿Cómo está ella? —le pregunté a Eliot.

—Con algunas heridas, pero bien, no hay más detalles.

No necesitaba más detalles, ella estaba bien, solo eso me interesaba en este momento. Le di las riendas a mi caballo y fuimos de regreso al palacio.

*

No hicimos descansos, solo paramos cuando llegamos a la puerta central. El emperador se bajó rápido de su caballo y lo seguí, parecía irritado, podría prender todo a su paso.

Cas estaba en la entrada, y el emperador lo tomó del cuello de su camisa. Estaba descontrolado.

—¡¿Qué pasó?! —su mandíbula estaba tensa— ¡¿Cómo demonios sucedió esto?!

—Ella salió del palacio con escoltas, pero ellos la perdieron en la ciudad.

—¿Aron la perdió?

—Ella tenía de escolta a un caballero imperial y un caballero dorado. Aron salió conmigo a recoger los informes de los cuarteles.

—Mis órdenes fueron claras, Aron no puede alejarse de ella. —soltó a Cas—. ¿Por qué él no la escoltaba?

Cas me miró, pero no dijo nada. Tal vez él sabía que ella le pidió a Aron dejar de ser su caballero por mi petición. Es que esa vez que entré a su cuarto y ella estaba en el piso con él, me sentí muy mal, no me estaba engañando, pero se sintió así, como una traición.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora