71. El manantial

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Narrador.

Alessandra se durmió rápidamente, estaba perdiendo energía al intentar controlar su temperamento, y el lugar en el que se encontraban la llevaba a su límite sin que ella se diera cuenta.

—¿Ya se durmió? —Robert tenía la vista fija en ella mientras se quitaba las últimas piezas de su armadura.

—Sí —respondió Aron en voz baja—. Por lo menos no se desmayó.

—A veces envidio lo cómoda que se siente contigo.

—Si no fueras tan insistente, ella también se sentiría cómoda contigo.

Rob hizo una mueca y se sentó en el piso apoyando su espalda en la pared de la cueva. Aron envolvió sus brazos en Alessandra y fijó su mirada en el fuego al centro de la cueva.

—¿Qué sentiste? —dijo Robert con su mirada perdida—. Cuando la encontraste lastimada —aclaró.

—Sentí que mi mundo se destrozaba —sus ojos cayeron sobre el principe—. Jamás olvidaré lo frágil que se veía, y no me importa si fue por el collar o lo que sea, quería, y aún quiero, destrozar a Henry por tocarla, por herirla y por todo el dolor.

—A pesar de todo lo que le hizo, ella aún se mantiene cerca ¿Por qué?

—Se convenció a si misma que no fue Henry, creo que eso la ayuda a lidiar con todo.

Robert se acercó a ella y tomó sus pies descalzos, estaban muy fríos. Comprobó que sus calcetas estuvieran secas y le abrigo los pies.

—Realmente te preocupas por ella, Darof.

—Ella significa todo para mí, Cavel —las miradas de ambos se cruzaron—. Tal vez no la conozca desde que éramos niños, pero lo mío es tan real como lo que sientes tú.

Aron no dijo nada, pero Robert quería seguir hablando.

—Después de perder a toda mi familia, fui considerando un genio de la espada, a nadie le preocupaba mi dolor o pena, solo me entrenaron para que cobrara una venganza que no deseaba —desvío su mirada al fuego—. Al crecer, fui conocido como "la espada dorada del reino", "el príncipe que sobrevivió" o "el último Darof" —exhaló un suspiro pesado—. Conocí muchas mujeres gracias a eso —soltó una risa—, pero nunca conocí a nadie que me hiciera sentir feliz. El día que mi familia murió frente a mis ojos, ese día... ese día arrebataron toda felicidad de mi ser, pensé que estaba condenado a vivir recordando cómo se sentía ser amado, pensé que nunca volvería a querer... hasta que la conocí. —Sus ojos viajaron hasta el rostro de Les—. Ella me vio y no buscaba mi título o sangre, ella era tan sencilla y a la vez tan especial, siento que me enamoré en el segundo que la vi. Su sonrisa me llenó de inmediato, su suave tono al hablar, sus pequeñas manos, la forma en que siempre sonríe y ve el lado positivo de todo... ella... ella me aceptó por quién era yo, y... —sonrió—. La primera vez que la besé... ese día supe que no la dejaría escapar, que era todo lo que quería y necesitaba, ella es mi complemento y mi todo, pondría el mundo de cabeza si la perdiera, ella es mi esperanza.

Sus ojos estaban cristalizados. Llevó una mano a su cara sacudió la cabeza mientras una sutil risa se escapaba de sus labios.

—Entiendo cómo te sientes, Darof —su mirada viajaba entre Alessandra y Robert—. Ella fue la que me salvó después de que me separaron de mi madre. Creí que este mundo era cruel y sádico, jamás llevé una buena vida, pero mi madre nunca me abandonó, hasta que me la arrebataron. Quería destruir todo y a la vez nada me importaba, si vivía o moría, me daba igual, hasta que la conocí —miró su pequeño cuerpo descansando sobre él—. Su sonrisa me hizo creer que si había bondad en este mundo podrido y lleno de odio, ella no me miró con miedo o recelo por ser un Cavel, ella me sonrió, la única sonrisa que un extraño me había dado, y en ese momento supe que no habría nada en el mundo que no haría por ella.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora