14. Encuentro desafortunado.

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*Este capitulo contiene escenas que podrían resultar fuertes para algunas personas*

Alessandra.

Tenía mi mirada abajo, no podía pensar, no podía creer lo que estaba pasando. A lo lejos pude ver un grupo de hombres a caballo, era obvio que venían al santuario y no eran hombres del imperio.

No podía hacer nada por las personas del territorio central, pero si podía hacer algo por las sacerdotisas.

—Escuchen —me giré para verlas a todas—, se acerca una pequeña tropa de soldados y dudo que tengan buenas intenciones. ¿Hay algún escondite aquí?

—Si —respondió una—. Síganme.

Corrimos detrás de ella y llegamos a la alacena, corrió un estante y apareció una escalera. Todas entraron corriendo y me quedé atrás con la sacerdotisa que nos guio.

—Entre, Alteza —pidió.

—No, alguien debe trabar la puerta.

—Yo lo haré.

—No está a discusión. Valgo más viva que muerta, las protegeré lo más que pueda.

—Pero Alteza...

—No hay tiempo —espeté—. Prometo volver cuando sea seguro.

Ella dudo un poco, pero al final entró. Cerré la alacena y tranqué la parte de abajo. Escuché caballos afuera y corrí a una habitación, me arrodillé frente la estatua de la Diosa Alaine y oré por protección.

—¿Qué tenemos aquí? —Dijo una voz masculina a mi espalda—. ¿Dónde están las demás?

Él me tomó de los brazos y me hizo voltear. Su cabello era negro como la noche y tenía ojos rojos, era alto, poco menos de 1,90. Me acercó a él, sus ojos me inspeccionaban por completo y una gran sonrisa apareció en sus labios dejando al descubierto sus pronunciados caninos.

—No esperaba encontrarla aquí, princesa —tomó un mechón de mi cabello y lo olfateó—. ¡Ahh! Es alguien muy dulce, casi estoy tentado a no decir nada y quedarme aquí con usted, pero... será un bonito regalo.

Me tomó de la muñeca y me arrastró, no podía seguirle el paso, caminaba muy rápido y yo estaba muy asustada. Caminamos hasta la entrada del santuario, ahí me empujó tan fuerte que tropecé con mis pies y rodé por el piso hasta que choqué contra los pies de otro hombre.

Era más alto que otro, debía medir dos metros y tenía un cuerpo robusto. Se agachó para quedar a mi altura y pude notar sus ojos rojos. Tenía una profunda cicatriz en su ojo izquierdo, me sorprendió que aún conservara su ojo. Su sonrisa se enanchó al verme, dejando visible sus marcados caninos, al igual que el otro hombre.

—Un trofeo para usted, capitán —dijo el de pelo oscuro apoyado en una pared con sus ojos en nosotros.

—Esto se puso mucho más interesante —dijo el hombre frente a mí que tenía un brillante cabello rubio.

Había leído lo suficiente para saber que eran del clan Cavel. Nunca entendí porque todos miraban mal a Aron, pero ahora comprendía. Los demás ven a Aron como yo los veo a ellos, eran realmente intimidantes y no solo me daban miedo, estaba aterrada.

—Es la princesa Alessandra Essdrey —acarició mi cabello—. No debes tratar a Su Alteza de esta manera —le dijo al otro.

—No debe fingir consideración —espeté.

—Tu abuelo es Darius Lossus ¿no es así? —Tomó mi mentón con fuerza—. Él me dejó está linda cicatriz en la cara, y no tuve la oportunidad de agradecerle —me acercó a su rostro—. No desaprovecharé la oportunidad ahora.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora