27. Sentimientos confusos.

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Alessandra.

Henry me miraba atento, había escuchado cada parte de la historia. No parecía molesto, solo estaba ahí mirándome con sus brillantes ojos celestes.

—¡Vaya! —soltó un suspiro—. He tratado con el clan Cavel antes, pero jamás he escuchado que alguno de ellos haya realizado ese pacto.

—El clan Cavel es muy selectivo, solo se relacionan entre ello, con otros clanes o descendientes divinos, por eso no realizarían ese rito a cualquier persona.

—¿Aron lo hizo por tu gracia divina?

—Creo que sí, talvez si yo fuera una descendiente normal, él no hubiera hecho el pacto.

—Bueno, eso explica mucho de él y porqué son tan cercanos.

—Ya no somos tan cercanos —dije con la intención de no preocuparlo.

—Aun así, tienen una unión importante —acarició mi mano con la cicatriz—. Casi estoy tentado a decir que lo envidio —sonrió.

—¿Por qué lo envidiarías?

—Porque él tiene algo de ti que jamás nadie podrá tener.

—¿Qué cosa?

—Tú lo sabes, solo que no te has dado cuenta —me dio un suave golpe en la nariz—. Y yo no te lo voy a decir.

Caminamos por un tiempo, él era realmente agradable. Me contó un poco sobre su vida y algunas costumbres diferentes en Ravensen, parecía ser muy honesto.

—¿En realidad no puedes frecuentar con la princesa Trivaldi porque ahora estás casada?

—No es que no podamos compartir —aclaré—, es solo que las mujeres casadas tienen otras obligaciones y por eso terminan por alejarse de sus amistades.

—Además de las prohibiciones de sus esposos.

—Y es por eso que ya no se ven muchos matrimonios arreglados, y también el porqué se pueden romper los compromisos —jugué con mi falda—. Así la pareja se conoce y puede establecer acuerdos.

—Yo no te prohibiré nada —se detuvo y yo lo imité—. Sé que no querías este matrimonio, pero prometo esforzarme por hacerte feliz.

Sus palabras me hicieron sonreír, realmente apreciaba que él fuera diferente a su padre.

Me puse de puntillas y le di un beso en su barbilla. Sus mejillas se enrojecieron y giró su rostro para evitar que lo viera.

Solté una risa silenciosa y me adelanté para seguir caminando.

*

Ya casi anochecía, fui nuevamente a la enfermería para ver a mi padre, pero aún no había alguna señal de que despertaría pronto, al menos sus latidos eran estables y el color volvía a él.

Iba de vuelta a mi habitación cuando vi a Henry caminar con el Rey. Los seguí a cierta distancia y los vi entrar a una habitación. Entré a una contigua y me acerqué al muro para escuchar su conversación.

—¿Por qué aún no has consumado este matrimonio? —preguntó el Rey.

—No hay apuro, no podrá divorciarse por ese motivo.

—Tu trabajo era casarte con ella y continuar nuestro linaje ¿Ni siquiera eso puedes hacer?

—Ella no se siente cómoda aún.

—¿Y que con eso? —elevó un poco su tono—. Eres más grande que ella, si no quiere entregarse tómala por la fuerza y ya, no podrá luchar.

Me estremecí al escuchar al Rey hablar así de mí.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora