52. Novedades en la frontera.

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Alessandra.

Al despertar por la mañana sentí los fuerte brazos de Henry abrazándome, su cara estaba escondida en mi cabello y mi espalda pegada a su pecho.

Él me dejó descansar después de hacerlo una vez, realmente lo agradecía, no podría seguir así por mucho.

Quise salir de su agarre, tenía muchos planes para hoy, pero en cuanto me alejé unos centímetros, él me acercó más a su cuerpo.

—No te vayas, pequeña —susurró besando mi hombro.

—Ya es hora de levantarse, Henry.

—¿Quién lo dice?

Me recostó sobre mi espalda y besó mi pecho expuesto.

—Es de día, Henry, y tenemos cosas que hacer.

—Eso puede esperar.

—Me volverás loca —sonreí sobre sus labios cuando se acercó a mí.

—Volvámonos locos el uno por el otro.

*

Los días pasaron y mi relación con Henry se hizo más cercana, más cariñosa y más íntima.

Me avergonzaba admitir que teníamos encuentros pasionales en cada parte del castillo. Evité todo contacto con Aron y Robert, aunque ellos solos se mantuvieron alejados de mí, estaban muy ocupados entrenando con sus hombres.

Yo había ocupado estos días en redecorar el castillo a mi estilo, también organicé la biblioteca y terminé de traducir el libro del templo, debía esperar la segunda parte para realizar nuevamente la traducción. Pregunté novedades acerca de la profecía, pero el sacerdote se mostró reacio a darme más información, parecía que me estaba evitando, pero decidí no prestarle atención.

Habíamos asistido a varios eventos sociales en estas semanas, incluido el cumpleaños de mi hermano Sebastián, aunque no fue una gran fiesta como el mío, mi padre hacia mucha diferencia. Aproveché la oportunidad social para presentar a Henry, sentí que era mi deber hacer que los demás lo vieran como mi esposo, aun cuando todavía tienen un resentimiento hacia Ravensen.

Miré el pequeño calendario de mi despacho, era 14, la primavera estaba en su máximo apogeo, y en poco más de un mes comenzaría el verano. No era mi época favorita, la capital era muy calurosa y no habpian suficientes áreas verdes para escapar.

Al siguiente día tenía programada una visita al pueblo, Henry me había estado acompañando este último tiempo y la gente se estaba acostumbrado a ver a los caballeros dorados.

Debía revisar una pequeña construcción en la zona de entrenamiento, así que cerré el libro de administración y caminé. Esta era mucho más pequeña que la del palacio y estaba más cerca, por lo que no tardé mucho en llegar.

Al llegar fui directo hasta los maestros y le pregunté sobre el avance, y al parecer no habrían demoras o imprevistos. Me alejé y caminé al campo de entrenamiento.

—Buenas tardes, princesita.

—Príncipe Robert —me giré a verlo—. ¿Está entrenando?

—No hay nadie cerca, bonita, no me trates como si fuera uno más.

—Siempre molestándome, Rob.

—Eso no es cierto, bonita, últimamente casi ni te veo.

—He estado ocupada.

—No me digas eso —caminó hasta quedar frente a mí—. Tengo una mente muy creativa.

—Remodelando el castillo, Rob —lo miré con los ojos entrecerrados—. Tengo más cosas que hacer y en qué pensar.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora