7. Paseo por el pueblo.

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Alessandra.

El sol entró con fuerza por la ventana, olvidé cerrar las cortinas la noche anterior.

¡La noche anterior!

Me giré en la cama para encontrar el torso desnudo de Aron, aún no había despertado. Yo aún tenía mi camisón puesto, debía sacarlo de la habitación antes de que alguien entrara.

—Buen día, bella durmiente, el sol ya está en el cielo y tú aún...

Elena entró y se quedó muda al ver a Aron en la cama. Él comenzó a despertar, supongo que la voz de Elena interrumpió su sueño.

Me puse de pie y corrí hasta ella, quién tenía una sonrisa y a la vez un rostro de preocupación.

—No es lo que piensas.

Elena no dijo nada, pero escuché la voz de Cas cerca de la puerta y me apresuré para que no entrara en la habitación.

—Les, que bueno que ya estés despierta.

—Hola, Cas —dije sonriendo con nerviosismo y evitando su paso.

—¿Todo bien?

—Claro —elevé mi tono y dije con una sonrisa nerviosa— ¿por qué no lo estaría?

—No lo sé —el frunció el ceño—. Bueno, venía a decirte que hoy almorzaremos todos en el comedor principal.

—Genial —le sonreí—, me vestiré e iré de inmediato para allá.

Por favor Cas, solo vete.

Por su tono y la forma en que me miraba era claro que sospechaba algo, pero aun así se dio media vuelta y avanzó.

—Por cierto, Les —se volvió a girar hacia mí— ¿Has visto a Aron? No está en su habitación y los caballeros lo están buscando.

—¿Aron? Pff, ¿Por qué sabría yo?

Cas volvió a darme esa mirada de confusión, pero luego se suavizó un poco.

—Cas, cariño —dijo Elena detrás de mí—, quiero que Les se pruebe un regalo que le traje, luego iremos al comedor ¿sí?

—Claro.

Cas le sonrió a Elena y se marchó. Entré a mi habitación y me senté en un sillón, desde donde podía ver a Aron sentado al borde de mi cama. Ya se había puesto su camiseta.

Elena cerró la puerta con seguro y se acercó hasta nosotros.

—No me mal entiendan, no tengo nada en contra de lo que hacen, pero pudo entrar un sirviente o Cas o peor aún —ella elevó sus manos— tu padre.

—Lo sé, lo sé —hundí mi cabeza en mis manos.

—Debes vestirte —me ordenó—, hace mucho que deberías estar en pie.

—Si —me levanté—. Tú debes irte — apunté a Aron, todo era su culpa.

—Lo sé.

—No —dijo Elena—. Ojitos no se va de aquí, está lleno de sirvientes afuera, hay que crear una distracción.

Alcé mi mirada y negué con la cabeza.

—Los Dioses no te van a ayudar.

Ella se acercó a mi armario, sacó un vestido celeste claro y me lo entregó.

—Cámbiate en el biombo, talvez ojitos allá visto de más, pero yo no quiero.

—Que graciosa —le sonreí sarcásticamente y tomé el vestido.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora