Epilogo.

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Me acerqué a la ventana del palacio, la barrera estaba perdiendo su fuerza, no me sorprendía, abarcaba medio continente, no podía durar eternamente, ha resistido mucho tiempo, eso era algo bueno, nos dio tiempo para crear planes de contingencia. Irus aún no ha atacado y eso no era buena señal.

—Aquí estabas —Cassius llegó a mi lado—. Pareces deprimida.

—No —mentí, pero fingí una sonrisa—. Solo miraba la barrera.

—¿Segura que no es porque se cumplieron cuatro años desde que ella se fue?

Cuatro años. Una eternidad en este mundo.

—Istora —presionó Cas—. No te guardes los sentimientos.

—Oye, príncipe —me volteé a verlo—. ¿Cómo esta Andrómeda?

—Cada día más fuerte, Elena la está cuidando —su sonrisa se profundizó.

—Se buen padre y esposo y ve con ellas, no gastes tu tiempo conmigo.

Él me dio una sonrisa, pero no se fue, se apoyó en la ventana junto a la mía y miró el horizonte.

—¿Sabes algo de Aron? —Preguntó.

—La última vez me dijo que lo dejara tranquilo, hace meses que no lo veo. —No tomó bien la perdida de Alessandra. Ya no pertenecía los caballeros imperiales, merodeaba la ciudad y se metía en algunos problemas. Traté de hablar con él, pero era un caso perdido, había perdido las ganas de vivir—. Ya empiezo a recordar porque no vivía entre mortales.

—Para todos fue un golpe duro perder a Lessi —Era obvio que para él también—. Espero algún día lo supere.

No lo creo, si para mí era difícil, no me imagino para ellos, en especial Aron y Robert, ellos se destruyeron el día que ella murió, fue como si se los llevara con ella.

—¿Volverás al plano divino?

—Aun no, necesito localizar a Irus, estoy segura que algo trama, en especial con todas las muertes que ha provocado. No estoy segura, pero diría que busca algo.

—Es una suerte que la barrera nos proteja.

—No creo que dure mucho —alcé la vista—, cada día se debilita más.

Necesitaba atrapar a Irus, aún era peligroso, pero no lograba sentirlo, él tenía la habilidad de dispersar su poder, por eso no he podido encontrarlo. Había sido muy hábil al tramar ese plan hace 4 años, usó a Les como su marioneta y me robó energía. Algo tramaba y debía averiguarlo, le prometí a Alessandra que cuidaría este mundo y a su familia.

—Creo que ya me voy, debo hacerme cargo de los asuntos de mi padre, él se ha incorporado de apoco.

Si, Massimo también ha sufrido bastante, ni siquiera se presentó a la coronación de Cassius como heredero, o a su boda, solo asistió la presentación de su nieta, que fue solo hace un par de meses.

—Dime algo, príncipe —Él me miró con dulzura—. ¿Por qué no llamar a tu hija como ella? —No podía decir su nombre en voz alta, aun no entiendo cómo me encariñé tanto con ella en tan poco tiempo.

—Porque solo existirá una Alessandra, para mí y para todos —sonrió—, pero Elena sugirió llamarla Andrómeda porque era el nombre que Les le quería poner a su hija, es como si una parte de ella siguiera aquí.

—Realmente ella era única.

—Si.

Se giró y se fue. Yo me quede observando el horizonte, me gustaba esta ventana porque podía ver a la distancia el pequeño homenaje que habían hecho en honor a Alessandra. Toda la gente del pueblo le dejaba flores y obsequios. La mayoría aceptó que ella los salvó sacrificando su vida, pero aún hay algunos que la consideran una traidora, pero principalmente son del continente dorado, aun no aceptan que haya matado a su príncipe.

Abrí mis parpados, así podía ver a la distancia la frontera con el territorio neutral, donde terminaba la barrera. Allí había un pequeño templo, lo construyeron justo donde ella murió. Ese lugar se llenaba aún más, tenía guardias custodiándolo y varias veces encontré a Aron allí. Él decía que iba a hablar con ella, que él sabía que lo escucharía. Nunca pude decirle que en realidad no lo iba a escuchar, que donde estaba, no podía escuchar las plegarias humanas, ni siquiera escuchaban a los dioses.

Me alejé de la ventana y caminé hasta la habitación que me habían dado, aún era temprano, podría dormir un poco.

*

El tiempo pasa más rápido cuando no sobre piensas las cosas. Me acerqué nuevamente hasta la ventana y abrí mis ojos para ver a la distancia.

La luna estaba más blanca de lo normal, en cielo, las estrellas brillaban más de normal, me recordaba un poco a esa noche. Después de su muerte, las estrellas brillaban con más intensidad, igual que esta noche, era como un recordatorio de este día.

Me iba girar para irme a dormir, pero una luz a la distancia me distrajo. Enfoqué mi visión y vi movimiento en el pequeño templo. Mi curiosidad me ganó y salí por la ventana. No me tomó mucho tiempo en llegar, los guardias de la entrada se sorprendieron al verme, pero no dijeron nada.

—Voy a entrar —les avisé.

Ellos no dijeron nada, solo se apartaron y dejaron el paso libre.

Ese respeto o temor si me agrada.

Siempre me ha gustado ser la más poderosa, en especial ante los mortales, ellos te enaltecen por muy poco que hagas por ellos.

Entré y pude ver el lugar lleno de flores. Hace solo unos días se cumplieron 4 años de su partida, mucha gente vino a dejar sus obsequios, era igual cada año.

Inspeccioné el lugar, pero no encontré nada extraño.

Ahora me imagino cosas.

Me giré para salir, pero me detuve en seco cuando sentí una energía extraña. Me di media vuelta y observé el lugar. La luz de luna se coló por techo y cayó sobre el piso. Una luz blanca dibujó destellos irregulares en colores pálidos.

Fui precavida y tomé mis dagas, no reconocía la energía, se sentía poderosa, como si fuera parte de Triade, no se parecía a nada que hubiera visto antes. Las luces de colores fueron tomando forma y los destellos blancos se hacían cada vez más brillantes.

Guardé mis dagas y observé. La pequeña esfera de energía comenzaba a tomar un  forma definida y me percaté de que se trataba. La luz blanca bajó su intensidad y pude ver un cabello blanco que cubría su rostro y gran parte de su torso. Levantó la mirada de apoco y noté sus ojos. Su ojo izquierdo tenía una amalgama colores intensos, parecía un arcoíris. En el centro tenía un diminuto punto negro y los colores parecía girar en torno a el. Su ojo derecho era cristalino y lleno de destellos de todos los colores, era igual a los de Demisa.

Su mirada se elevó de apoco hasta que sus ojos se encontraron con los míos. No tenía ninguna expresión, nada que revelara su identidad. La luz blanca que la envolvía, finalmente desapareció y la pude ver con más claridad. Ella me observó y una suave sonrisa apareció en su rostro.

No pude evitar sonreír. Ladeé mi cabeza, la miré y le dije con una emoción imposible de ocultar:

—Te tardaste en volver.

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La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora