64. Visita inesperada.

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Narrador.

Los soldados de la muralla se pusieron de pie al ver una joven silueta femenina acercarse a la Los soldados de la muralla se pusieron de pie al ver una joven silueta femenina acercarse a la puerta central del palacio.

—¡Alto! —gritó uno de ellos—. Identifíquese.

—¿Aquí encuentro a la familia Essdrey? —preguntó la mujer.

—Este es el palacio imperial, hogar de la familia imperial Essdrey, no puede entrar sin autorización.

La mujer sonrió, alzó su mentón y observó los altos y gruesos muros que rodeaban el palacio imperial.

Ella vestía calzas blancas, largas botas plateadas con decoraciones doradas, llegaban solo un poco más arriba de las rodillas. Una pechera ajustada marcando su silueta en el mismo tono plateado con detalles dorados. Sus hombreras con el mismo diseños y colores de su armadura, cubrían desde su pecho hasta poco antes de su codo. Sus guanteletes eran delicados, casi lucían como una segunda piel.

Cinturones dorados cruzaban su cintura por sobre su armadura. De ellos colgaban dos largas dagas curvas, y se podía ver qué no eran sus únicas armas.

Una túnica color ocre ondeaba desde sus hombros hasta sus pies, arrastrando por el suelo. Su capucha no dejaba ver bien su rostro y cubría su cabello.

Su piel era tersa y brillosa, no tenía rubor en sus mejillas y sus labios eran rosa pálido. Su nariz fina con puente recto estaba en simetría con su rostro. Sus ojos estaban cerrados, pero parecía que podía ver a través de sus párpados. Tenía largas y gruesas pestañas oscuras que resaltaban en su piel. Sus cejas eran finas pero armoniosas, solo un tono más claro que sus pestañas.

—Déjenme entrar —dijo en tono suave y sonrió.

—No podemos abrir la puerta sin autorización —gritó el hombre.

—Vengo a ver al príncipe —alzó su voz—. Traigan al muchacho de ojos morados, estoy segura que me reconocerá

—Llama al príncipe —el guardia dijo en voz baja a otro.

—¿Me dejaran esperando aquí afuera?

—No puede ingresar al palacio sin una invitación.

—Exijo la entrada a su palacio —su voz sonó dura—, no olvidaré su descortesía.

Ella caminó hacia la puerta central e intentó abrirla.

—Aléjese de la puerta o abriremos fuego —los arqueros de las torres la apuntaron—. Es una orden.

—Tú no me ordenas.

Su tono denotaba superioridad, pero se alejó de la puerta.

Cassius estaba cerca del lugar por lo que no demoró mucho en llegar. Ordenó a los guardias abrir la puerta y salió al encuentro con la mujer.

—¿Solicitó mi presencia?

Él accedió a salir con una pequeña escolta, estaba intrigado por la mujer que lo llamaba, pero se sintió seguro con varios soldados y caballeros a su alrededor.

—Tú no eres el príncipe que busco —la mujer se acercó a él—. No jueguen conmigo.

—Soy el príncipe Cassius Essdrey, gran duque de Essdrey —dijo con su vista fija en ella.

—Te pareces —ella se acercó y Cas se sorprendió. Hasta donde él sabía, ella no podía ver—. ¿Qué eres de Massimo Essdrey?

—Él es mi padre, el emperador.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora