63. De vuelta al palacio.

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Alessandra.

Lina me ayudó a bañarme y vestirme, y Aron se negó a separarse de mi lado. Mi espalda finalmente fue tratada como corresponde y tomé un medicamento para evitar el dolor.

Me puse un pantalón negro y una blusa negra holgada. Aron ayudó a Lina con el tratamiento de mi espalda. No dijo nada, pero sé que vio el resto de golpes en mi cuerpo.

Bajamos al primer piso y le pedí a Aron que guardara el collar, pero que lo mantuviera lejos de él, no sabía si su efecto era solo para los Darof o aplicaba a otros.

Salimos a la entrada del castillo y Henry fue llevado a un carruaje especial para prisioneros. No estaba acusado de nada, pero lo consideraban peligroso.

Primero iríamos a palacio, necesitaba ir a ver a mi padre y luego buscaríamos a Robert. Lina nos dijo que guardias la acompañaron cuando visitó a Rob. Aron los interrogó y accedieron a guiarlo, tampoco creo que se hubieran negado después de ver cómo dejó a Henry.

De camino al palacio le conté a Aron sobre mi otro yo, no la parte en la que ella dijo ser mala, pero si el resto, sobre el collar, mi padre y sobre mi poder.

—Si fuera verdad que te sellaron ¿Crees que pondrías en riesgo la vida de la humanidad?

—Por supuesto que no, Aron. Aún si soy capaz de sentir rencor y odio, no tengo motivos para hacer tal cosa.

—¿Y si tuvieras ese poder?

—¿Por qué la pregunta?

Él se tensó un poco pero no pregunto más. Yo me sentía molesta, por primera vez en mi vida me sentía enojada. ¡Maldición! Tengo derecho a estarlo, pasé un infierno, creo que me gané un poco de espacio y motivos para enojarme.

Llegamos a palacio y fui directo con mi padre. Cas habló con madre y le contó lo sucedido. Aron llevó a Henry a la prisión, dejó el collar guardado y llamó a un sacerdote del templo central.

Luego de infundir gracia a mi padre me reuní con Aron, me sentía más relajada, pero aun así me sentía molesta, no me agradaba la sensación, era nueva y extraña, pero confiaba en que pronto pasaría.

Aron formó un pequeño escuadrón y comenzamos el viaje para reunirnos con Robert.

Fueron casi dos horas hasta que llegamos a una pequeña propiedad a las afuera del pueblo. Ya pronto anochecería, no quise esperar más, Rob ha estado aquí durante dos semanas, y sé bien lo cruel que puede ser Henry. Aron fue el primero en bajar y lo seguí. Los caballeros montados a caballo rodearon la entrada y dos guardias se acercaron.

—Déjennos entrar —ordenó Aron.

—Lo siento señor, bajo órdenes del Príncipe Henry, nadie puede ingresar al lugar —dijo uno de los guardias.

Me quité la capucha y le pasé por el lado a Aron.

—Muévanse o doy la orden para que los maten. —Los dos se miraron y se apartaron.

—Adelante, princesa.

Ya estaba aburrida de ser educada, no había tiempo para la Alessandra gentil y complaciente. Tomé del brazo a uno de los guardias y lo impulsé a entrar.

—Guiarme hasta el príncipe Robert Darof.

—Como ordene, Alteza.

«Guau, esta Alessandra me gusta más». Sonó en mi cabeza.

Sonreí en mi interior. Aron me siguió de cerca y entramos en la casa. El guardia nos guio hasta un sótano y bajamos la escalera. Abajo había dos guardias más que se pusieron de pie en cuanto nos vieron.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora