62. Un nuevo lugar.

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Alessandra.

Aron realmente había llegado justo para salvarme, no sabía si soportaría un día más en esa habitación.

Miré a Henry a lo lejos, algo me hacía pensar que podía salvarlo, que podía volver a ser normal.

Más guardias entraron y caminaron hasta Aron. Él les dio una mirada asesina a cada uno y se puso de pie.

—Por favor, inténtelo —sonrió.

—Irrumpió en el castillo y bajo órdenes de no entrar, golpeó a Su Alteza el príncipe heredero, debe quedar bajo custodia y se le acusará de desacato y traición.

—¡Basta! —interrumpí—. Aron Cavel es mi caballero personal y jamás se le ha prohibido la entrada a este castillo, él me debe escoltar bajo orden imperial.

—Su Alteza, él golpeó al príncipe...

—Bajó mi orden —agregué—. Sir Aron Cavel solo obedece a Su Majestad el emperador y a mí.

—Princesa...

—¡Yo soy la princesa heredera! ¡Yo tengo sangre imperial! ¡Mi apellido es el que gobierna este imperio y ustedes son soldados a su servicio! ¡Yo represento al imperio, no él! —apunté a Henry—. Ustedes me deben su lealtad a mí. Ya he aguantado suficientes faltas de respeto, no permitiré ninguna más, de nadie. ¡El próximo en desobedecerme perderá la maldita cabeza!

Me había quedado callada por mucho tiempo, ya no podía soportarlo más, no ahora.

Desvíe mi mirada hacia Henry. Él me sonrió mientras se apoyaba en la pared. Estaba cubierto de sangre, todo su cuerpo era una escena horrible.

Recordé cuando estábamos en la habitación, esa sombra horrible que emanaba de él, necesitaba encontrar una explicación, no estaba loca, sabía lo que había visto. Mi mirada lo inspeccionó y se quedó en el collar en su pecho, fue después de sentirlo en contacto conmigo que vi esa sombra, pero antes no había pasado, desde que lo lleva puesto no hubo otra señal ¿será que era eso? Tal vez me había vuelto loca.

—¿Qué piensas? —la voz de Aron me trajo a la realidad.

—El collar de Henry —no despegue mi vista de el—. Siento que hay algo malo con el.

Aron caminó hasta Henry, puso un pie sobre su pecho y le arrancó el collar. Se dio media vuelta y volvió a mi lado.

Toqué la piedra negra con las manos y mil escenas cruzaron mi mente. Caí al suelo y llevé mi mano hasta mi nariz que sangraba sin parar. Aron me hablaba, pero no escuchaba nada, caí hacia atrás y me sumí en un sueño.

*

Estaba en un jardín, había un gran árbol blanco en el medio y un hermoso cielo celeste. Ya había estado ahí antes, lo recordaba.

Me encontré con un gran espejo y me observé. Vestía mi vestido de dormir y la bata. Mi reflejo levantó un brazo, eso me sorprendió, yo no lo había hecho.

—No soy tu reflejo, Les.

Esa voz, ya la había escuchado. Era la voz de mi cabeza, esa que escuchaba cada vez que me desmayaba.

—¿Quién eres? —pregunté.

—¿No es obvio? Soy tú.

—¿Cómo?

—Soy una parte de ti, la parte que sellaron aquí, en esta prisión mental —elevó sus manos y señaló el lugar.

—¿Una parte de mí?

—La parte negativa tuya. Tú eres la buena y yo la mala, tú amas y yo odio, tú eres altruista y yo indiferente y egoísta. Normalmente eso convive dentro de una persona, pero en tu caso, no sucede así, a mí me extirparon de ti y me confinaron aquí.

La joya de la corona (BORRADOR FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora