Leehan dejó el vaso encima de la mesa de madera tras dar un trago largo de cerveza fría. Unos segundos después, los Revier consiguieron un grand slam y todos los presentes del local que estaban viendo la retrasmisión del partido prorrumpieron en vítores y aplausos.
Jaehyun se recostó en el asiento del reservado.
—¿Recuerdas cuando jugábamos al béisbol de pequeños? —preguntó—. Sungho y yo solíamos acumular más puntos, pero, curiosamente, terminabas ganando tú.
—Constancia, amigo —respondió Leehan—. Arriesgaban demasiado en cuanto conseguían un poco de ventaja. Error de principiantes.
Leehan se rio cuando Jaehyun le golpeó en el hombro. Alzó la mirada hacia el televisor que colgaba de una de las paredes para ver el siguiente lanzamiento, pero apenas prestó atención a lo que ocurría porque empezó a rememorar aquellos días en el barrio, cuando los cuatro eran pequeños. Él, Jaehyun, Sungho y Riwoo habían sido amigos inseparables desde los siete años. Ahora, Sungho se había mudado a un pueblo perdido con su esposo, Woonhak, mientras que Jaehyun y Riwoo vivían juntos allí, en Busan, en una preciosa casa que él mismo les había encontrado. Por mucho que intentase ignorarlo, era evidente que las cosas habían cambiado.
Molesto, sacudió la cabeza por pensar aquello, aunque, al menos, era mejor que estar inmerso en ese otro pensamiento que le había acompañado durante todo el día: aquel chico pelinegro. Enfundado en esos pantalones blancos y esos ojos felinos que lo vieron desafiantes al despedirse.
«Mierda», se dijo al darse cuenta de que su mente volvía a perderse por los mismos derroteros.
—¿Se puede saber en qué estás pensando?
—Nada importante. —Leehan alargó el brazo hacia la cerveza.
—Ya suéltalo —insistió Jaehyun. El castaño resopló, pero terminó por contárselo.
—¿Recuerdas que esta mañana tenía una reunión sobre el proyecto Lynn? —Jaehyun asintió—. Pues bien, no te lo vas a creer, porque es tan ridículo que...
—Ve al grano.
—Cuando llegué allí me encontré a un chico encadenado a una de las ventanas que gritaba: «¡esta casa no tiene oro, pero es un tesoro!». —Los dos se echaron a reír. Leehan le dio un trago a su bebida y se relamió los labios—. Tendrías que haberlo visto. Era, bueno, era... un poco raro. Creo que dijo que se llamaba Taesan. Y te juro que me ocurrió algo muy extraño, porque nunca había tenido tantas ganas de discutir con nadie. —Sorprendido, Jaehyun alzó una ceja—. ¿Te puedes creer que me llamó «Míster Perfecto»?
—¿No es ese el apodo que usan tus hermanos?
—No, ellos prefieren «Miss Perfecto». Van un paso más allá.
—Son encantadores —bromeó—. Así que, por fin, alguien ha conseguido alterarte. Enhorabuena, Leehan, ya era hora.
—Muy gracioso —masculló.
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Blissful Madness | Gongfourz
FanfictionHan Taesan ha crecido en hogares de acogida y su pasado es como un lienzo en blanco. Sabe que es importante defender sus ideas, vivir al día y no aferrarse a las cosas, pero siente debilidad por «la casa azul», esa preciosa propiedad en la que años...