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Leehan clavó la mirada en el techo blanco e impoluto

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Leehan clavó la mirada en el techo blanco e impoluto. En resumen, era lo único que había hecho durante los últimos cuatro días.

Mirar el techo. Repasar la última conversación que habían tenido una y otra vez. Volver a mirar la superficie lisa. Llegar a la conclusión de que, si hubiera sido como siempre, midiendo sus palabras, midiendo sus actos, pensando cada paso antes de darlo... quizá entonces nada de eso habría ocurrido. Pero tampoco el último mes junto a él.

Se giró en el sofá cuando el perro apoyó el hocico en su mano. La alzó y le acarició la cabeza tras exhalar un suspiro largo.

Mierda.

No sabía cuánto duraría esa sensación de angustia en la boca de su estómago, pero apenas podía probar bocado. Cerró los ojos cuando escucho que llamaban a la puerta y se debatió entre ir a abrir o no, pero al final se levantó y caminó descalzo hasta el recibidor.

—¿Qué demonios pasó? —Riwoo lo miró de los pies a la cabeza.

—Nada, ¿qué quieres? —gruñó. El ahora pelirosa no le dio opción y entró pasando por debajo del brazo que él tenía apoyado en el marco de la puerta. Masculló entre dientes.

—Dime qué ocurrió —pidió Riwoo mientras lo seguía hacia el comedor—.Fui a tu trabajo y me dijeron que te tomaste unos días libres de forma «indefinida».

—Estoy enfermo. Un resfriado.

Riwoo intentó ocultar su sorpresa mientras sus ojos recorrían la estancia, fijándose en el paquete arrugado de papas fritas que había en un extremo del sofá, en los calcetines que estaban en el suelo, los pañuelos amontonados en la mesa y los restos inclasificables de comida amontonados al lado.

—Leehan, habla conmigo... —Se sentó a su lado con cautela.

—No hay nada que hablar.

—Tu aspecto dice lo contrario —Arrugó la nariz—. ¿Desde cuándo no te duchas? Esto no es propio de ti y estoy preocupado...

—¿Propio de mí? ¿Qué mierda es eso? Estoy harto de que todo el mundo dé por sentado cómo soy. ¿Sabes? Están equivocados. No soy una buena persona y no hago las cosas desinteresadamente; la mayor parte del tiempo actúo según lo que yo necesito. Siempre yo. Si he cuidado alguna vez de ustedes era porque a mí me hacía falta. Solo a mí. Así que deja de mirarme como lo estás haciendo ahora.

—Eso no es verdad —se puso en pie y miró a su alrededor antes de suspirar—. Bien, hagamos una cosa. Tú vas a subir al baño a darte una ducha, ponerte ropa limpia y dejar de parecer un náufrago. Yo voy a sacar al perro a pasear y después vendré, prepararé algo para desayunar y esperaré hasta que estés listo.

Leehan gruñó, pero Riwoo no se quedó esperando a escuchar sus protestas. Le puso la correa al perro, tomó las llaves de la repisa y salió cerrando la puerta a su espalda. Él se quedó un rato más en el sofá.

Blissful Madness | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora