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Taesan se incorporó en la cama cuando empezó a dolerle la espalda

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Taesan se incorporó en la cama cuando empezó a dolerle la espalda. Se encontraba en una habitación con las paredes pintadas de un suave tono lila, a juego con la colcha que reposaba a sus pies. Los armarios, altos y blancos, estaban justo al lado de un escritorio sencillo pero que, por la calidad del acabado, dedujo que habría costado una fortuna.

Al llegar, Suryeon no le había hecho preguntas. Se había limitado a enseñarle la habitación de invitados y, tras dejarlo solo, había llamado a la puerta tres horas más tarde para decirle que la cena estaba lista. Muy a su pesar, porque era lo último que quería, Taesan había bajado y había comido despacio y en silencio. Después, tras disculparse, había regresado a su habitación para meterse de nuevo en la cama.

Esa noche había sido la peor de todas. Sentir su ausencia, ignorar sus llamadas...

Le costó un mundo hacerlo, pero sabía que si descolgaba el teléfono y escuchaba su voz no aguantaría las ganas de llorar, tomaría la maleta y saldría a buscarlo a la hora que fuera. Y no podía... no cuando hacerlo era traicionar todo en lo que creía. Así que apagó el móvil, con dedos temblorosos, y luego se quedó acostado en la cama, contemplando la oscuridad que reinaba através de la ventana mientras se acariciaba el vientre antes de llevarse una mano al pecho, con la certeza de que allí solo encontraría un corazón vacío.

Pero él sabía... sabía que con el tiempo sanaría; quizá no latiría igual, al mismo ritmo, o por esa misma persona, pero lo haría de una forma diferente.

Pero hasta que llegara ese momento, cómo dolía...

Dolía querer de una manera que Leehan no era capaz de corresponder; con los ojos cerrados, con los pies descalzos a riesgo de pincharse, con los labios curvados, con todo su mundo abierto, dispuesto a aceptar al otro en vez de intentar cambiarlo; dispuesto a valorarlo y no a sancionarlo.

Se limpió las lágrimas con la mano y respiró hondo. Estuvo un rato más enla cama, cambiando de lado porque no se encontraba cómodo en ninguna postura, intentando dejar la mente en blanco y dormir para que ese día horrible terminara de una vez. Un poco más tarde, entendió que no iba a conseguirlo. Con un suspiro de pesar, se levantó y salió de la habitación caminando despacio para no hacer ruido. Quizá podría salir fuera, rodear la casa y sentarse frente al mar.

Con una mano en la barandilla, desechó la idea en cuanto recordó el beso que Leehan le había dado en ese mismo lugar, durante la fiesta; un beso lleno de rabia y de deseo y de todo lo que aún no se atrevía a sentir...

Se dirigió hacia el salón más pequeño al ver la luz encendida. Llamó a la puerta con los nudillos antes de abrir. Suryeon estaba sentada en el sofá, con la televisión apagada, tejiendo. Se acercó a la mujer en cuanto alzó la mirada hacia él.

—¿Te encuentras bien? ¿Necesitas algo?

—No. Yo solo... no podía dormir.

—¿Quieres que te prepare un té? —El chico negó con la cabeza.

Blissful Madness | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora