Taesan se había quedado esa mañana en casa, a cambio de encargarse él de abrir la tienda el sábado, así que cuando llamaron al timbre y el mensajero anunció que traía un paquete de Kim Leehan, sintió que su corazón se detenía. Al menos, hasta que Suryeon apareció a su lado y lo tomó, asegurando que era para ella.
—¿Cómo que para ti? —preguntó alterado.
—Sí, son asuntos de trabajo —aclaró.
El pelinegro siguió a la mujer hasta el piso superior.
—Pero no me habías dicho nada.
—Pensé que preferirías no saberlo.
«Quiero saber cualquier cosa que tenga que ver con él», quiso decir.
Durante los últimos cuatro días, Taesan había estado dos veces a punto de aparecer delante de la casa que habían compartido. Cuando subía en la furgoneta y ponía las manos en el volante, sentía el impulso de conducir hasta allí, llamar al timbre y abrazarlo. En una de esas ocasiones había incluso avanzado en esa dirección, pero entonces había recordado lo que había hecho: su egoísmo, las decisiones que había tomado y que no le correspondían, que quisiera moldear su vida...
Y había dado media vuelta en la siguiente calle.
Se pasaba las noches en el sofá, viendo tejer a Suryeon mientras esperaba esos mensajes que habían empezado a llegar aleatoriamente. Fragmentos del libro de poemas de amor que había dejado en su casa, frases inconexas, palabras sueltas.
Y verte cómo cambias,
y lo llamas vivir en todo,
en todo, sí, menos en mí,
donde te sobrevives.Busqué los atajos angostos,
los pasos altos y difíciles...
A tu alma se iba
por caminos anchos.Y, al leerlo, lo único que podía pensar era que ojalá su cabeza y su corazón le gritaran lo mismo.
Después de recibir el paquete, se esforzó por no hacer preguntas y comieron en silencio. Pero, cuando regresó a última hora de la tarde de trabajar y vio a Suryeon sentada en su escritorio con las gafas puestas mientras inspeccionaba una carpeta, supo que no podría contenerse mucho más. Se acercó an ella y se sentó en la silla de al lado. Suspiró hondo al ver que la mujer no parecía demasiado dispuesta a prestarle atención y comenzó a jugar distraído con un hilo del suéter que vestía antes de tomar aire.
—¿Qué te traes entre manos con Leehan?
—¿De verdad quieres saberlo?
—«Necesito» saberlo —matizó.
Suryeon rio y se quitó las gafas.
—En teoría, no puedo decírtelo...
—En teoría —remarcó Taesan. Se miraron fijamente hasta que la mujer apartó la mirada, centrándola de nuevo en los papeles que había estado leyendo, y, con un gesto de la mano, le indicó que se acercara.
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Blissful Madness | Gongfourz
FanfictionHan Taesan ha crecido en hogares de acogida y su pasado es como un lienzo en blanco. Sabe que es importante defender sus ideas, vivir al día y no aferrarse a las cosas, pero siente debilidad por «la casa azul», esa preciosa propiedad en la que años...