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capítulo con muchas escenas cortitas, disfruten <3

Lamió la cucharilla tras meterse en la boca un trozo de la tarta de chocolate que habían pedido para acompañar el café

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Lamió la cucharilla tras meterse en la boca un trozo de la tarta de chocolate que habían pedido para acompañar el café. Después, miró sonriente a las dos mujeres que charlaban entre ellas sentadas alrededor de la mesa.

Suryeon había tomado la costumbre de pasarse a menudo por la tienda a la hora del almuerzo y, aquel día, Sunhee se había unido al plan tras cerrar y dejar un cartelito en la puerta avisando que volvería en media hora.

—¿Taesan? —Sunhee lo miró divertida—. ¡Vives en las nubes!

—No es verdad, ¿qué decían?

—Hablábamos de las pruebas y el análisis.

—Ah, todo salió bien —respondió sonriente.

Con una mueca, Sunhee se giró hacia Suryeon.

—Es que está enamorado —explicó.

—¡Mira quién fue a hablar! —replicó Taesan.

Suryeon entrelazó las manos, insegura. Hasta entonces, habían hablado de muchas cosas en general, pero todavía caminaba sobre cáscaras de huevo cuando estaba con su nieto, incapaz de atreverse a indagar más en su vida por si la veía como una intrusa o lo agobiaba demasiado.

Aquella mañana, aprovechando el comentario de Sunhee, se decidió a tocar un tema más personal.

—Ese chico, Leehan... —comenzó a decir—, parece un buen muchacho.

—Me dijo que habían hecho negocios juntos.

—Sí. —Suryeon removió su café—. Se encargó de la venta de dos propiedades. Un tipo serio, muy trabajador y perfeccionista. Me gusta la gente competente.

Taesan rio ante la descripción de Suryeon, porque era exactamente lo mismo que él había pensado al conocerle -excepto por lo de «estirado» y «Estúpido» y «superficial»-. Sonrió al recordar aquello en comparación con los últimos días que habían pasado juntos.

Leehan podía ser eso. Y también todo lo opuesto.

—Quizá podría decirle que viniese algún día a tomar café.

Suryeon lo miró intentando ocultar la emoción.

—Nada me haría más feliz —respondió.

.

Taesan estaba sentado en la isla de la cocina con un libro en la mano y las piernas colgando.

Observó en silencio cómo Leehan cocinaba: sus brazos tensándose mientras cortaba, los pantalones holgados, la sudadera del mismo color que sus ojos que se ajustaba a sus hombros.

El mayor lo miró y alzó una ceja.

—¿No piensas seguir leyendo?

Taesan sonrió divertido y volvió a fijar la vista en el libro de poemas.

Blissful Madness | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora