La fiesta se celebraba en una mansión frente al mar.
La velada tenía como finalidad recaudar dinero para la investigación contra el cáncer. Aunque se había organizado por una buena causa, Taesan solo podía pensar en lo incómodo que se sentía en aquel lugar mientras cruzaban el jardín, como si fuese la nota discordante de una melodía.
Tiró del brazo de Leehan.
—No sé si quiero entrar.
—¿Qué te ocurre?
Taesan desvió la mirada hacia otra pareja que avanzaba por el camino principal y dos hombres vestidos de etiqueta que charlaban animados.
—Todo el mundo me mirará. Llevo un traje que probablemente es menos de lo que cuesta el pintauñas de esa señora de allí, y no me gusta este sitio. Por favor, Leehan, sé que quieres impresionar a ese tal Kwa y que te dije que te ayudaría, pero...
Antes de que terminase de hablar, Leehan se inclinó y su aliento le rozó la mejilla.
—No digas tonterías. Estás hermoso. —y a el pelinegro se le secó la boca al notar que estaba siendo sincero; bajó la mirada hasta su traje color gris a rayas—. Vamos, deja de preocuparte. Dame la mano.
Dudó unos segundos, pero al final entrelazaron sus dedos. Taesan tomó aire cuando llegaron al salón principal. Casi todo el mundo parecía estar pasándoselo bien. Había un servicio de catering que se encargaba de ofrecer bandejas con canapés que los presentes degustaban mientras hablaban entre ellos.
Antes de que pudiese sentirse todavía más incómodo al no conocer a nadie, Leehan lo guio hasta un grupo de cinco personas y lo presentó ante todos.
Una de las chicas, que era cirujana plástica, lo entretuvo contándole las operaciones más extrañas que le habían solicitado en su clínica. A Taesan le encantaban ese tipo de datos, los morbosos y de poca utilidad, y empezó a sentirse mejor. Sonrió cuando le relató lo difícil que había sido convencer a un chico de que no podía operarlo para que se pareciese a Brad Pitt.
—Tengo mis principios —dijo tras darle un sorbo a su copa de champagne—. Por desgracia, ten por seguro que muchas otras clínicas accederán. Es difícil marcar límites.
El pelinegro le habló después sobre algunos de los clientes que frecuentaban la tienda de antigüedades, aquellos dados a llevarse cosas estrafalarias o raras, a pesar de que, a esas alturas, él les había cogido cariño a todos. Dejó una frase a medias cuando Leehan apareció y le rodeó la cintura con un brazo.
—¿Interrumpo algo importante? Quiero presentarte a alguien.
—No, pero espero que luego vuelvas para que termines de contarme esa historia del hombre que solo les compra jaulas para pájaros —apuntó la mujer antes de despedirse con un gesto rápido.
Taesan se rio y luego acompañó a Leehan hasta el otro lado del salón, donde un matrimonio de expresión afable parecía estar esperándolos.
—Donyeon, Jisoo, les presento a Taesan.
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Blissful Madness | Gongfourz
FanfictionHan Taesan ha crecido en hogares de acogida y su pasado es como un lienzo en blanco. Sabe que es importante defender sus ideas, vivir al día y no aferrarse a las cosas, pero siente debilidad por «la casa azul», esa preciosa propiedad en la que años...