30.

361 41 18
                                    

Taesan sonrió cuando Leehan pasó a recogerlo el viernes por la tienda, a la hora del almuerzo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Taesan sonrió cuando Leehan pasó a recogerlo el viernes por la tienda, a la hora del almuerzo. El mayor lo besó con ganas en cuanto subió al coche, a pesar de que hacía apenas unas horas que se habían visto por última vez; esa misma mañana, cuando Leehan lo había dejado allí antes de irse al trabajo.

Se incorporó a la carretera.

—¿Nervioso?

—Un poco. Mucho.

Era la semana trece de embarazo y tenían cita para la primera ecografía. Taesan no podía pensar en otra cosa que no fuera ver a su bebé en la pantalla por primera vez. Se estremeció de la emoción cuando bajaron del coche un rato después y Leehan lo tomó de la mano al ascender los escalones que conducían a la clínica. Estuvieron veinte minutos en la sala de espera.

Taesan se fijó en cómo Leehan tamborileaba con la punta de los dedos sobre el brazo de la silla en la que estaba sentado y se dio cuenta de que, aunque no parecía dispuesto a admitirlo en voz alta, estaba tan nervioso como él. Eso lo hizo sonreír y la sonrisa lo acompañó cuando lo llamaron y cuando entró en la consulta.

La doctora se presentó y les dijo que la llamasen Daeri cuando se dirigieron a ella por el apellido. Después, tras prepararse y tumbarse en la camilla, le pidió que se abriese la bata que le habían puesto. Les preguntó si tenían alguna duda.

—Alguna... o miles —respondió Leehan.

Daeri rio y asintió comprensiva.

—Es normal. No hay que agobiarse.

—Yo solo quiero saber si está bien. —a Taesan se le secó la boca mientras la doctora posaba el transductor sobre su barriga—. ¿Tardará mucho?

—No, intenta estar tranquilo.

Taesan agradeció que Leehan lo tomase de la mano en el mismo instante en el que las primeras imágenes aparecían en la pantalla. Trazos, sombras y esbozos que le encogieron el corazón de la emoción.

Un latido.

Parpadeó para contener las lágrimas.

—La gestación trascurre de forma normal —explicó Daeri pasados unos minutos de concentración. Después, ladeó la cabeza, con la vista fija en la pantalla, y sonrió—. El feto está en una posición perfecta y se puede intuir su sexo, aunque no es todavía fiable al cien por cien. Pero si quieren saberlo...

—¡No!

—¡Sí!

Leehan y Taesan se miraron.

—¿Por qué no? Llevas semanas convencido de que es niña —se quejó el castaño.

—Yah, pero ¿y si me equivoco? Prefiero no saberlo.

—¿Hasta cuándo? —preguntó.

—No lo sé. Hasta que nazca, quizá.

Blissful Madness | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora