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Contención

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Contención. Una palabra.

Y Leehan conocía bien su significado.

Se contenía cuando, por ejemplo, apretaba los labios si el cliente gracioso de turno decía alguna tontería. O cuando algo empezaba a ponerlo nervioso y se limitaba a tamborilear con los dedos sobre el brazo del sillón de su despacho en vez de lanzar una sarta de improperios. O, peor aún, cada vez que el pelinegro estaba cerca.

Algo que tuvo que poner en práctica en cuanto Taesan subió a su coche el martes al mediodía y le dirigió una sonrisa. Leehan tuvo ganas de gruñir como respuesta a las imágenes que cruzaron su mente.

Leehan desnudo. Apretado contra su cuerpo. Entre sus brazos...

—Vaya, pareces... otra persona. —Taesan miró al castaño mientras este volvía a poner en marcha el vehículo—. Te queda bien la gorra de béisbol.

—He trabajado desde casa esta mañana. Tenía dos reuniones telefónicas.— Y eso explicaba que no llevara traje ni vistiera demasiado formal. Pero lo que seguía sin tener ninguna explicación lógica era el deseo que sentía por ese chico teniendo en cuenta que ni siquiera le gustaba. Sin embargo, le resultaba imposible no desviar la mirada hacia esos pantalones color vino

Respiró hondo y giró en la siguiente manzana.

—Bien, ¿a dónde vamos? Tú eliges.

—Tu solo conduce. Yo te iré guiando.

Leehan asintió, encendió la radio del coche y se relajó mientras conducía. Sonaba una canción de los noventa. Taesan lo miró de reojo.

Aquel día parecía distinto. Vestía unos pantalones vaqueros de color claro que le daban un aire juvenil y una sencilla camiseta de algodón de manga corta que resaltaba el tono de la piel de sus brazos y conjuntaba con la gorra granate sobre la que destacaba el emblema de un equipo de Béisbol.

—¿Te gusta el béisbol? —se atrevió a preguntar.

—¿Y a quién no? —lo miró contrariado.

—A mí, por ejemplo. No es tan raro.

—¿Pero qué...? —fijó de nuevo la vista en la carretera—. Bien, eso tenemos que solucionarlo. Y cuanto antes.

—¿No crees que estás exagerando?

—Nada de eso. —negó con la cabeza con terquedad.— Iremos juntos a ver un partido de mi equipo favorito. Si no te gusta el béisbol es porque todavía no lo has vivido de verdad —dijo—. Y lo primero que haré cuando mi hijo sepa caminar será comprarle un bate y una pelota. ¿Sabes que fue así como conocí a Riwoo...? Estábamos jugando en una calle del barrio y Jaehyun lo golpeó en el brazo con la pelota. Como él y Sungho empezaron a reírse, Riwoo se burló de su saque y Jaehyun terminó retándolo. Riwoo bateaba genial. Lo dejó conmocionado. En realidad, creo que todavía sigue haciéndolo —añadió con cariño.

Blissful Madness | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora