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Taesan golpeó otra vez la puerta con los nudillos, con una angustia cadavez mayor

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Taesan golpeó otra vez la puerta con los nudillos, con una angustia cadavez mayor. Pasados unos minutos, abrió la puerta una chica de aspecto enfermizo; lo evaluó de arriba abajo.

—¿Quién eres tú? —graznó.—Busco a Gyuvin...

La chica pareció pensarlo durante unos segundos, pero, al final, desvió lamirada y le cerró la puerta en las narices. Taesan se sobresaltó. Luego sequedó allí, respirando con fuerza y sin moverse, con la vista fija en los papeles y los desechos que había en el suelo.

Estaba a punto de rendirse y marcharse por donde había venido cuando volvieron a abrir.

Gyuvin estaba serio y tenía el pómulo amoratado. Taesan notó la tensión que se asentaba en sus hombros mientras salía al rellano; las pupilas dilatadas, la mirada fría.

—Voy a decírtelo una última vez, no vuelvas por aquí.

—¿Qué te ocurrió? ¿Por qué haces esto?

—Hago esto porque estoy cansado de ti y de tus tonterías.

—No es verdad. No lo dices en serio —Taesan pestañeó. Le ardía la garganta.

—Sí que lo es, vete de una puta vez. Él tiene razón.

—¿Él? —Frunció el ceño y dio un paso atrás.

Gyuvin clavó sus ojos en Taesan. Y había dolor, rabia contenida.

—¿No te enteraste? Tu maravilloso príncipe azul vino a verme para decirmelo que todos sabemos —Taesan no fue capaz de decir nada, pero notó que se le secaba la boca al pensar en los últimos días que había pasado junto a Leehan, ajeno a ello—. Que ya va siendo hora de que nuestros caminos se separen.

—¿Te hizo eso? —Le señaló el pómulo.

—Admito que lo provoqué un poco.

—¿Cómo pudo...? —Inspiró hondo. El pelinegro cambió el peso de un pie al otro.

—Mierda, ¿qué tengo que hacer para que me odies? ¿Cómo es posible que me lo pongas tan difícil? ¡Lárgate! Da media vuelta y desaparece. ¿Qué hace falta que te diga, Taesan? —gritó—. Que no eres nadie para mí. Que solo quiero drogarme. Que me importa una mierda todo lo demás, incluido tú y tus putas idioteces. ¿Te queda claro así o te hago un jodido mapa? Solo eres una molestia.

Y sin más, se dio media vuelta y cerró de un portazo.

Taesan se quedó allí un minuto, intentando asimilar que Leehan le había escondido aquello y que, además, había intentado alejarlo de una persona a la que quería.

¿Cómo podía hacerle eso? ¿Cómo podía ser tan egoísta? Taesan habría sido incapaz de separarlo de nadie que para él fuera importante; habría encontrado la manera de convivir con ello, de aceptarlo sin odio, de entenderlo que él necesitaba...

Blissful Madness | GongfourzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora