Un mes y una semana después...
El verano acababa de llegar a la ciudad de Busan y Leehan lo celebró conduciendo el descapotable de camino hacia el hogar de sus padres. A través de las oscuras gafas de sol que llevaba puestas, apreció el brillante cielo despejado del mediodía y tamborileó con los dedos sobre el volante siguiendo el ritmo de la canción que sonaba en la radio.
Como siempre, tras llamar a la puerta, su madre lo recibió con un afectuoso abrazo del que intentó escapar cuando vio que se alargaba demasiado. Por el contrario, su padre le dio un par de palmaditas en la espalda y lo acompañó hasta el comedor, donde estaban sus hermanos jugando a la videoconsola.
Sin levantar la mirada del televisor, Yeonjun y Soobin farfullaron al unísono «hola, hyung» y Leehan reprimió una pequeña sonrisa tras sentarse en el brazo del sofá.
—¿A qué juegan? —preguntó.
—Matar —respondió Yeonjun.
—Zombis —añadió Soobin.
Leehan suspiró y le revolvió el pelo a Yeonjun antes de quitarse la chaqueta y doblarla sobre el respaldo de una silla. Luego se encaminó hacia la cocina y se ofreció para ayudar a su madre a poner la mesa. Una vez estuvo todo listo, tuvo que llamar tres veces a sus hermanos para que dejasen de jugar y fuesen a comer, algo que solo consiguió cuando amenazó con llevarse la videoconsola.
Reunidos en la mesa, su madre le preguntó qué tal le iba en el trabajo y, mientras se servía un poco de ensalada con queso de cabra, Leehan los puso al corriente de sus últimos progresos. Casi siempre tenía algo bueno que contar. En esa ocasión se trataba del proyecto Lynn; les habían aprobado uno de los permisos que necesitaban para seguir adelante y cada vez habían menos obstáculos a la vista.
El castaño sabía por experiencia que ese tipo de negocios eran duros, costosos y largos, así que siempre diversificaba su inversión de tiempo y dinero en otros planes más eficaces y lucrativos a corto plazo, como los de la constructora «Kwa e hijos», por ejemplo, los que les había echado el ojo unos meses atrás.
Su madre lo miró con orgullo.
—Son unas noticias estupendas, cariño —exclamó, y se dirigió a su marido—. ¿No opinas lo mismo, Dongyul? Tu hijo ha sacado el lado más competitivo de la familia.
—Desde luego que sí. —Dongyul asintió complacido y le guiñó un ojo.
—Pásame la sal —masculló Soobin.
—Se pide «por favor» —replicó Leehan mientras le tendía el recipiente.
Soobin puso los ojos en blanco y Yeonjun emitió una risita por lo bajo.
—Eres tan Miss Perfecto... —susurró Soobin.
—¡No te metas con tu hermano! —le regañó su madre.
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Blissful Madness | Gongfourz
FanfictionHan Taesan ha crecido en hogares de acogida y su pasado es como un lienzo en blanco. Sabe que es importante defender sus ideas, vivir al día y no aferrarse a las cosas, pero siente debilidad por «la casa azul», esa preciosa propiedad en la que años...