El viernes, Sunhee tenía algunos recados que hacer, así que Taesan se encargó de abrir la tienda. Se sentía cansado, le dolía la cabeza y estaba decepcionado consigo mismo por haber dejado que el día anterior Leehan lo viera débil y asustado.
Eso era algo que no podía volver a ocurrir. Por suerte, tuvo poco tiempo para pensar en el asunto porque la señora Eunha acaparó buena parte de su mañana hablándole de las muñecas de porcelana que coleccionaba y del nuevo vestido estilo años sesenta que había hecho para una de ellas.
—Es precioso —repitió—. Tiene puntilla en el cuello y es de color rosa palo con lunares blancos. A Daisy le queda maravilloso y eso que no es el tono que mejor va con sus ojos, pero por algo es la reina de mi colección.
—Seguro que esto le sienta igual de bien.
—Oh, no, querido. El abrigo es para Sue.
Taesan asintió al tiempo que envolvía con delicadeza el diminuto abrigo rojo, de edición limitada, que había adquirido online unos días atrás con la certeza de que Yie Eunha se volvería loca en cuanto lo viera. Y así había sido. Lo metió en una caja justo cuando la señora Suryeon abría la puerta de la tienda y se quitaba las gafas de sol mientras avanzaba hacia el mostrador con su habitual andar impecable.
—Buenos días, señora Suryeon, ¿en qué puedo ayudarla?
—Te lo tengo dicho, llámame Suryeon, a secas.
Taesan se despidió de Eunha con una sonrisa afable antes de llevarse los dedos distraídamente a la sien derecha y masajearse esa zona.
—¿Te encuentras bien, cielo? —preguntó ella.
—Sí, solo es un dolor de cabeza...
—¿Necesitas una aspirina?
—Mejor no, ahora con el embarazo prefiero no tomar nada. —la mujer lo miraba atentamente—. Ayer llegaron algunos tiradores nuevos de hierro forjado, pero no sé si son como los que estaba buscando. Creo que Sunhee los dejó en el segundo pasillo.
—¿Estás en cinta? —preguntó mientras lo seguía—. Enhorabuena. Imagino que debes de estar muy contento y emocionado.
—Sí, y también un poco aterrado.
—Eso es completamente normal.
Taesan rio y tomó la llave del mostrador de la vitrina en el que guardaban los tiradores. Los había de todas las clases, diseños y colores: retorcidos y extravagantes, pintados a mano, de madera o con la forma ovalada de una hoja o el delicado contorno de una flor.
—Los nuevos son los de la derecha —explicó—. Son del siglo XIX, pequeños y sencillos, pero muy bonitos si no buscas algo más llamativo.
Suryeon ladeó la cabeza con la mirada fija en los tiradores y terminó asintiendo lentamente. Llevaba un collar de perlas blancas a juego con los pendientes que relucían en sus orejas y el cabello marrón se mantenía firme recogido en un moño elegante.
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Blissful Madness | Gongfourz
FanfictionHan Taesan ha crecido en hogares de acogida y su pasado es como un lienzo en blanco. Sabe que es importante defender sus ideas, vivir al día y no aferrarse a las cosas, pero siente debilidad por «la casa azul», esa preciosa propiedad en la que años...