Parte 11

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Buenos Aires, miércoles 10 de diciembre del 2008

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Buenos Aires, miércoles 10 de diciembre del 2008

Patricio

Las palabras de Asia se quedan suspendidas en el aire, como un eco que me recuerda lo horrible persona que fui. ¿O como se puede llamar a alguien que lastima a quien en teoría más ama?, aun peor, haciéndole algo que sabe que la va herir; ella me dio todo su amor y yo la respondí así. Observo como se tira a pasos rápidos, encerrándose en el cuarto luego de dar un portazo. Asia jamás actúa así, siempre se comporta muy tranquila, por lo cual es señal clara de que la lastime.

Un nudo recorre mi estomago, siento como si las paredes me aplastaran dejándome sin aire; es la primera que peleo con Asia, de esta manera. Es más, nunca peleamos, solo hemos cruzado palabras con denotación de fastidio. Me acerco al umbral, observo la madera marrón de la puerta cerrada. Trato de escuchar algún ruido, pero el ambiente solo trasmite silencio; me decido a entrar aunque se no va querer ni verme.

El cuarto se encuentra más oscura de lo habitual, el aire se siente tan pesado. La veo a Asia, de acostada de lado, a espaldas mía. Esta sumida en una total oscuridad a excepción de un pequeño rayo de luz que emerge de la ventana que esta frente a ella, con la cortina entreabierta apenas un poco.

—Asia —susurro mientras me siento en la punta de cama—, no podemos evadir esto, tenemos que hablar de que vamos hacer con lo nuestro.

El silencio es su respuesta en principio. Luego voltea hacia mi, y se sienta en la cama. —¿lo nuestro? —pregunta alzando la voz—, te hubieras acordado antes de eso.

—Se que merezco tu enojo pero nosotros vivimos juntos Asia, tenemos que saber como va ser la convivencia.

—Tendremos que convivir mientras decido que quiero y vemos que haremos. Pero yo no quiero ni que me hables.

La miro fijo y hago una mueca de tristeza. No entiendo como pretende que viva viendo como me ignora. Se que me equivoque y quiero arreglar las cosas. Tal vez no merezca una oportunidad, pero no me puede pedir que me quede observando como me desprecia, que sufra por tenerla cerca y no poder ni hablarle.

—¿Al menos podemos tener una conversación antes de que nos ignoremos?

—¿Y que estamos haciendo Patricio? —consulta irónica.

—Me refiero a que me dejes que te cuente todo. No quiero mentirte ni que vivas de un imaginario respecto a lo que pasó.

Si hay algo que no podría tolerar, es que Asia tenga una idea errada respecto a los hechos. Quizás se imagina cosas peores de las que ocurrieron, y no porque fuera a quedar peor, sino porque me preocuparía hacerla sentir mucho más peor de lo que ya lo estoy haciendo.

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora