Parte 42

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Buenos Aires, miércoles 15 de abril del 2009

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Buenos Aires, miércoles 15 de abril del 2009

Asia

Me encuentro en la oficina de mi trabajo terminando un diseño para promocionar un recital de los piojos. Debo enviarlo para que puedan imprimir y ponerla en todas las calles. Estos días han sido agotadores, lo peor es que ya no cuento con la ayuda de Tina, desde lo que pasó. Desde allí, no ha vuelto a dirigirme la palabra y pidió trabajar con otra compañera. Por mi parte tengo otra persona con quien laburo en conjunto, pero es una chica bastante amargada, que nunca hace nada. Como esta en este lugar por acomodo, no se esfuerza por aportar. Al final la única perjudicada soy yo, porque las publicidades las debo entregar igual. De repente me tuve que volver publicista. Aunque se del tema, porque mucho tiempo realice eso de manera independiente, no es mi fuerte, y está empresa requiere trabajos serios.

Observo el reloj en mi computadora, por suerte, ya es hora de retirarme y lo mejor es que tengo el finde largo para descansar. Apago el ordenador y comienzo a acomodar todo para irme; me tranquiliza saber que pude entregar el diseño a tiempo.

Cuando voy bajando las escaleras me cruzo a Tina, que casi por inercia baja la mirada. No me gusta que me trate de esta manera, pero la entiendo, supongo sus sentimientos se intensifican al tener contacto conmigo.

—Entiendo lo que te pasa, pero no es lindo que te ignoren —comento apenada.

Ella levanta la vista y se frena  ante de subir la escalera. —¡Perdón!, pero es la única forma de arrancarme los sentimientos. Acercarme a vos es como clavarme un puñal, no puedo lastimarme así. 
 
—¿Tan fuerte es? —consulto confundida.

—Más de lo que quisiera. Supongo Pato te lo dirá siempre, pero Asia, sos la mujer más hermosa e interesante que conocí —hace una pausa—. Aunque me duela, me alegro que tengas a alguien que te regale el universo, como mereces.

—Tina, perdoname... Si hubiera notado, podría haber hecho las cosas diferentes...

—No pasa por ahí, Asia, con solo existir alcanza —suspira—. Adiós, tengo cosas que hacer —expresa con su voz frágil y sigue su camino escaleras arriba.

Al llegar a casa, me encuentro con Pato terminando de cocinar. Me acerco y lo abrazo por detrás con mucha fuerza. Estoy bastante confundida con todo lo de Tina, no puedo entender como se vino a enamorar de mí, no sé que será eso que vio en mí. No es que me sienta poco, digamos que desde que Pato se fijó en mí, dejé de verme así, y empecé a confiar que tenía alguna virtud. Porque para mi, él era alguien difícil de conquistar, pero con ella, no llevamos tanto tiempo de conocernos. 

—¿Qué paso Asia? —pregunta dulce. Él siempre sabe lo que me pasa, por mis gestos, mi forma de actuar o hablar.

—Hablé con Tina, no entiendo como esta tan enamorada —digo abrazada a Pato.

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora