Parte 14

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Buenos Aires, domingo 14 de diciembre del 2008

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Buenos Aires, domingo 14 de diciembre del 2008

Asia

Sabrina... sinónimo de cruel. Un ser que te cautiva con su belleza angelical y te destruye con su corazón de demonio, guarda detrás de si un infierno, al que de a poco te va llevando. En mi, el nombre Sabrina, provoca rechazo, a pesar del tiempo, no logro perdonar sus actitudes con Pato. Lo sedujo, para luego dejarlo tirado, haciendo que el pasara noches llorando tratando de entender algo que nunca tuvo explicación. Fui quien estuvo acompañando a Pato en sus momentos de tristeza profunda; desahogaba sus penas con mi compañía.

<<Pasado>>

Estábamos en la segunda semana de clases en nuestro nuevo colegio. Le había logrado convencer de que se cambiara junto a mi. Ese miércoles en plena clases de matemáticas, yo estaba tratando de explicarle a Pato, sobre inecuaciones.

—Tenes que hallar el valor que la hace desigual. Y ahí—Observé que Pato, no estaba prestando atención a la hoja, y en su lugar miraba a una de nuestras compañeras—... Así, nunca vas a aprender.

—Perdón, es que es muy linda. ¿La viste?

Reí. —Si, pero la podes mirar después. Mira que no te enseño nada y le vas a tener que pedir ayuda ella.

—No te enojes. Perdón, nadie me tendría tanta paciencia como vos —Sonrió mirándome fijo.

Le seguí explicando. Cuando toco el timbre ambos salimos al patio, el cargaba una emoción, no paraba de buscar con la mirada a Sabrina, se moría por hablarle.  Nos sentamos en unos bancos cerca de un árbol con una linda sombra.

—¿No vas a jugar con tus amigos? —pregunté amable.

—No, quiero hablar con vos —dijo con una sonrisa, de esas que ponía cuando me iba pedir un favor.

—¿Qué me vas a pedir?

Sabía el tipo de cara y tono de voz que usaba cuando me iba pedir algo. Y la sonrisa compradora era infaltable.

—¿Cómo me conoces tanto?, quiero acercarme a la chica, pero tal vez lo mejor sea que vos lo hagas y después me la presentas cuando sea tu amiga.

—Imposible Pato, Sabrina, así se llama por si no sabias; es muy inteligente y linda, sus amigas también, no se juntaría conmigo —explicó.

—Pero vos te sacas notas altas... —objeta sonriente.

En ese momento me puse un poco mal, ni siquiera menciono lo de la belleza. A mi me ponía triste que mi propio amigo, reconociera que no era linda, porque ni por cotensia me tiraba algún halago sobre mi físico.

Después de eso aparecieron sus amigos que le insistieron que se sume a un partido, ya que les faltaba uno. Pato, dudo bastante porque no quería dejarme pero yo lo convencí que no pasaba nada. Para mi suerte, conocí una chica que por mucho tiempo fue una gran amiga, pero mi enfermedad cago todos los vínculos que había construido. Pato fue el único que se banco todos mis líos.

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora