Parte 38

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Buenos Aires, viernes 27 de marzo del 2009

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Buenos Aires, viernes 27 de marzo del 2009

Asia

Hace tres días que regresamos con Pato. La idea de que trabaje como profesor de manera virtual, fue una gran solución. Estos días estuve haciendo mucha publicidad en sus redes y ha tenido gran éxito, un montón de personas quieren de sus enseñanzas. Además el hecho de que sean clases sincrónicas y personalizadas, hace que la gente tenga más ganas de pagar por ello, ya que, de paso hablan con Pato.

Puedo notar sus nervios, lo cual me es absurdo, él toca hace años, no creo que una clase sea más difícil que eso. Desde que despertó está inquieto y me pregunta mil cosas, como si yo entendiera algo de guitarras.

—¡Va salir todo bien! ¿O a qué le tenés miedo? —pregunto desde la cocina mientras hago su café.

—Es que nunca le enseñé a nadie y de esta clase depende mí futuro —confiesa apenado—. Yo no soy bueno enseñando, como Gastón.

De los tres, Gastón es el que más se adapta a todo, tiene un gran inteligencia y capacidad de hacer lo que fuera. Casi se recibió de ingeniero, y tiene muchos dote como: la pintura, la ciencias, la política, la economía. Pato en cambio, aunque pueda tener otra aficiones como el boxeo, nada puede hacerlo tan bien como lo músical.

—No te compares —digo dulce—. A él también le está costando su futuro, a pesar de sus conocimientos.

—Si, no tiene muchos clientes que compren sus cuadros —explica cansado—. Los tres estamos perdidos.

—¿Al menos se arreglaron? —pregunto.

Desde el inicio del conflicto de la banda, Guido y Gastón, han estado distanciados. Se hablaban poco, porque sino discutían feo, todo a causa de no decirse en el momento lo que les molestaba. Gastón tiene la presión de ser el mayor y por ende el ejemplo. Siempre, esta en un intento de mostrarse fuerte, por esa razón. Guido por su parte  es cerrado y se aguarda todo para convencerse de que no le duele nada.

—Sí, se dijeron de todo. Guido me llamó y me contó eso en la mañana. Ahora están en proceso de entenderse.

Termino de hacer la merienda y se la dejo a un costado de su escritorio. Quise hacer una pastaflora, una de mis especialidades pero me faltaba un ingrediente.  Terminé haciendo un bizcochuelo de café. Pocos saben de mis habilidades en comidas dulce, no cocino para casi nadie. Pato es el único afortunado de haber probado todos mis dulces, y encima, bastante seguido. 

<<Pasado>> 

En las tardes, teníamos la costumbre de cocinar, ambos sabíamos mucho, lo que nos llevaba a tener discusiones, por quien tenia razón. Pato con su voz dulce aseguraba: "Linda, te juro que va primero el agua", yo lo contradecía con ternura: "no bonito, va la leche antes". Ninguno de los dos cedía, sosteníamos hasta lo ultimo nuestra postura. Al final quien ganaba, pasaba el resto de la tarde festejando al grito de: "te lo dije", "que me gane". 

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora