Parte 32

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Buenos Aires, jueves 12 de marzo del 2009 

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Buenos Aires, jueves 12 de marzo del 2009 

Asia

El sol pegándome de lleno en el rostro no me deja dormir más, siempre digo que voy a comprar cortinas oscuras. Pero solo lo recuerdo cada vez que los rayos interrumpen mi sueño. El día está tan hermoso, pero no combinan con mi nublado corazón, que está tan frío, tan duro, en fin, tan triste.   

Me encuentro boca arriba, tendida en la cama, el canto de los pájaros son el único sonido qué logro escuchar. Todavía no me decidí a levantarme, pero debería hacerlo, ya que, quiero llamar a Pato. Pasé la noche pensando, y llegué a la conclusión de que tenemos que hablar, no puedo alejarme sin decir nada.

Tomo impulso y pongo mis pies sobre el suelo. Lo primero que hago es asearme. Observo mi reflejo en el espejo, estoy tan demacrada, con los ojos hinchados. La última vez que me vi así fue luego de aquella noche trágica, que tanto me marcó. Surgen mil recuerdos, pequeños fragmentos de lo ocurrido: escucho, risas, voces, gritos, pero lo que más tengo presente es el rostro de Pato. Estaba parado sin poder moverse del shock que tenía, fueron apenas unos segundos que le duró, al instante ya estaba cargando con una ira nunca vista. Me asustó su reacción fue la segunda y última vez, que lo vi así; que casualidad que cuando reacciona así, siempre estoy de por medio.

Después de meditar unos minutos, mientras batía mi café, tomé la decisión de que voy a llamar a Pato, no quiero volver, pero me gustaría hablar las cosas. Fue muy feo como terminamos ayer. Agarro mi celular, con todo los nervios marco su contacto para llamar; me tiemblan los dedos y tengo un nudo en mi garganta. El tono de espera, suena haciendo que cada vez esté más nerviosa.

—Hola Pato —comento con un hilo de voz—. Me gustaría que hablemos.

—¿De qué? —pregunta y suspira—. Yo quiero una respuesta Asia. 

—No es tan fácil Pato —mi voz se quiebra y comienzo a llorar.

—¿Y por tu duda tenes derecho a romper mi corazón? —manifiesta enojado—. Si tanto me queres, tratarías de ser vos lo mejor, en vez de pretender que busque amor en otra persona.

Me duele mucho que dude de lo que siento, cuando lo único que hago es romperme en mil pedazos para hacerlo feliz a él. Todo lo que decido es pensando en su bien, en lo que merece.

—No puedo ser eso que mereces —respondo con mi voz frágil. 

—¿No podes o no querés? Tal vez, para vos es más fácil dejarme y olvidarte de mí, que intentar que las cosas mejoren. 

—Pato... —iba a hablar, pero mi voz se cortó por completo.

—¿Qué pretendes?, no voy a brindar porque todo termino, y mucho menos quiero tener el recuerdo de una dulce partida. Quizás a vos eso te quite culpa, pero a mí me vas a arruinar más.

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora