Parte 2

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Buenos Aires, jueves 4 de diciembre del 2008

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Buenos Aires, jueves 4 de diciembre del 2008. 

Asia

No imaginaba que una sola noche bastaría, para cambiar mí vida por completo. Hubo un tiempo, en el que vivía con tanta intensidad cada segundo, eran tan feliz y no lo sabía. Hoy estoy sumida en días llenos de conflictos, atrapada por la tristeza de no poder volver a ser aquella que alguna vez fui. Antes era tan alegre, agradecía cada momento, hoy la amargura se apoderó de mi.

De los años previo a esa noche, solo tengo nostálgicos recuerdo y un amor que busca sobrevivir entre tanto caos. Patricio y yo podríamos ser la pareja perfecta pero por culpa de mi enfermedad y lo ocurrido aquel día, estamos perdidos en un laberinto sin salida, tratando de mantenernos a fuerzas.  

—Buen día bombón, ¿dormiste bien? —consulta y me abraza por detrás.

Yo me encuentro parada en la cocina mirando desde la ventana, una flor de nuestro jardín. Las margaritas, son mis flores favorita, es la única que ha resistido gracias a el esfuerzo de Pato, que las cuida solo porque sabe cuanto me gusta observarlas. Siento el largo cabello de Pato rozar mis hombros, tiene las manos frías como de costumbre, ni el calor logran calentarlas. Sus yemas acarician mi cintura buscando algo de cercanía 

Suspiro. —No. Ya estoy acostumbrada igual.

—¿Que hacías? —consulta y clava un beso en mí mejilla.

—Pensaba que tu vida sería más fácil si yo no existiera —susurro sería y volteo a mirarlo.

Dejar de existir podría ayudar a que Pato, ya no sufra por mí, a que esté con una chica que le regale momentos de alegría y no de tristeza.

—¿Que decís? —pregunta preocupado—. Asia, vos sos todo en mí vida.

Me mira fijo con su profunda mirada de ojos marrón oscuro, en ella pareciera esconderse un gran misterio, yo se que de solo verme, puede adivinar lo que pienso. Me conoce tanto que no necesita explicaciones. Él se acerca a besarme, pero yo me corro; me levante cansada por lo cual me molesta mucho el contacto físico.  

 —Pato, yo me quiero morir —confieso triste y me largo a llorar.

—Va estar todo mejor, yo te prometo —comenta dulce mirándome fijo.

—Que fácil es decirlo para vos qué no estás cargando con todo esto. ¿Sabes que?, no me digas nada.

—Te lo digo porque no quiero perderte.

—Tarde o temprano, me vas a perder —anuncio enojada y salgo hacia la sala con mi café en mano.

Me acomodo en el sofá largo azul, mirando hacia el televisor que esta enfrente, prendido. No me interesan las noticias pero prefiero ver eso que escuchar a Pato. Su voz con palabras optimistas, me ponen peor, no soporto que quieran que le busque el lado positivo a todo.

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora