Parte 13

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Buenos aires, sábado 13 de diciembre del 2008

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Buenos aires, sábado 13 de diciembre del 2008

Patricio

Hace dos días que me reconcilie con Asia, aún me siento emocionado, me alegra tanto que me haya podido perdonar. Ayer pasamos hablando y tratando de ver como mejorar nuestra relación, queremos que las cosas vuelvan a ser como al principio. Volver a ilusionarnos, amarnos con intensidad, extrañamos tanto esa sensación de querer darnos afecto de manera constante; hoy nos cuesta, somos de hielo.

Estoy en el camarín del luna, cuento cada segundo que falta para salir a tocar. Acabamos de llegar con Asia, y mis hermanos; así que queda una espera un poco larga.

—¿Estás nervioso? —pregunta Asia sonriente.

Hace tanto no me siento con tantos nervios, no se que es lo que me tenga así. Siempre tocó, y en el luna ya lo hice, quizás me emociona los temas nuevos.

—Sí, pero capaz vos me puedas relajar —digo con tono pícaro.

—¿Que querés? —su tono es dulce y alegre.

—Te dejo que vos te encargues.

Se para detrás de mi, mirando por el espejo. —Primero déjame arreglar ese cabello, está muy alborotado —rie.

Agarro un cepillo y comenzó a peinarme con suavidad. Siento unas cosquillas en el cuero cabelludo.

—¿Una colita? —pregunto al ver qué me está atando el pelo.

—Un ratito porque te quiero hacer un masaje para que relajes —comenta sonriente—. Vas a tener que sacarte la remera.

Hago lo que me pide. Sus manos comienzan a masajear mí cuello y hombros. No recordaba lo mucho que amo esto, antes ella lo hacía seguido.

Lanzó un sonido de placer. —¡Que manos! —Ella sonríe y aprieta con más fuerza mis hombros—. ¿Te quedas al After?

—Si estoy bien, me quedo —Hace una pausa y me mira por el reflejo del espejo—. ¿Está sirviendo el masaje?

—Sí, pero me vas a matar. Tus manos tienen el poder de excitarme —digo en tono de placer.

Sus manos siempre hacen que me excite en segundos, es que como toda pianista, tiene gran manejo.

—¡Que flojito sos!, te excitas fácil —menciona ella y se ríe.

—Lo que pasa bombón, es que vos me encantas, no me generaría lo mismo otra piba —Ella me mira dudosa—. Mejor decime si trajiste tu cámara.

Ella asiente y se dirije hacía un perchero que tenemos a la derecha. Revuelve su bolso negro de cuero y saca la cámara analógica.

—¡Acá está!, ¿para que la querés?

—Quiero una foto con vos. Esta es una noche especial para mí y me alegra compartirla juntos.

—¿Como querés la foto?, ¿parados, sentados, en el sofá?

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora