Parte 7

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Buenos aires, domingo 7 de diciembre del 2008

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Buenos aires, domingo 7 de diciembre del 2008

Patricio

Hay momentos que te marcan para siempre, a veces para bien, otros para mal. Este será un recuerdo que prefiero olvidar, porque quema, porque me hunde, porque si no olvido caeré en una tristeza.
Me duele perder a alguien que no pude llegar a conocer, pero ya me había encariñado. Siento un vacío y una opresión en la garganta. No logro entender que nunca lo haya visto, ni abrazado; era parte de mi, de nosotros. ¿Y ahora que queda?, un dolor inmenso, una culpa por no poder hacer que las cosas sean diferentes. 

Con Asia, nos acostumbramos a ver como nuestras ilusiones se evaporan como agua al sol. Cada vez, que creíamos lograrlo, el destino nos arrebataba la felicidad. La primera vez fue la peor, pero ahora, cada perdida nos sumerge un poco más en la oscuridad de la resignación, nos hace perder una parte de nosotros. 

Una tarde de marzo, que volvía de ensayar, recibí un llamado de Asia, pidiendo vernos. Para ese entonces cada uno vivía por su parte: ella en la gran casa de sus padres, en Nordelta,  y yo en un monoambiente en Martínez. Esa noche caí con la cena a casa de mis suegros, lleve pizzas y un cheesecake , quería sorprender a Asia con la comida.

Sus padres y ella se llevaban mal desde hacía un año, desde ese evento que cambió la vida de Asia, y desde entonces, sus padres la odiaban.

«Pasado»

Una noche, fui a cenar a su casa, lleve pizzas caseras y un jugo de frutilla como a ella tanto le gusta. Estábamos comiendo juntos cuando de repente, freno todo para darme la noticia. Sus padres que estaban en la sala, se acercaron, y lejos de felicitarla o decirle algo lindo, le recordaron de su enfermedad y sembraron incertidumbre al mencionarle que su fibromialgia, le complicaría la maternidad.

Ella siempre fue frágil ante las palabras de sus padres. En este caso, la de su madre, le hicieron sentir que no tenia sentido alegrarse con el embarazo y que quizás no estaría apta para ser una buena madre. En mi afán por consolarla le dije las siguientes palabras: "¡Asia, estamos juntos en esto!", estas se convirtieron en una dulce manera de recordarle que no es algo que lo transite sola que las circunstancias que ocurran, la atravesaríamos los dos.  
Así fue,  durante la semana que duro el embarazo estuve junto a ella, demostrándole que podríamos ser un buen equipo juntos. Y aquella siesta en mi monoambiente, presencie el momento en que sufríamos la perdida, ambos desconocíamos el motivo de la sangre, por lo que, solo supimos la mala noticia cuando llegamos al hospital. 
  
—¡Perdón! —susurraba Asia abrazando mi cuerpo, mientras estaba sentada en la camilla del hospital. 

—¡No lo olvides, estamos juntos en esto! —mencione con la poca voz que me quedaba.

Me aferre a su cuerpo como si fuera que allí podría encontrar el consuelo que necesita. El bebe ya no estaba, pero me quedaba ella, y solo por eso debía ser fuerte. 

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora