Una noche basto para que la perfecta vida de Asia se convierta en un completo infierno. Ahora, ¿cómo seguir tras perder todo?, solo queda aguantar.
Entre medio de tanto caos su relación con Patricio, busca resurgir como una flor marchita, intentand...
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Buenos aires, domingo 7 de diciembre del 2008
Asia
No sé en qué momento me desmaye, de repente aparecí en esta camilla. Mientras estaba inconsciente, escuché una voz, la de Pato pidiendo que no lo deje. Yo jamás lo abandonaría es la persona que más quiero.
—¡Que bueno que hayas despertado! —comenta alegre al ingresar al cuarto.
No tengo idea que hora es, hace .cuanto estoy acá ni nada. Solo noto que Pato esta vestido igual, parece que solo pasaron un par de horas.
—Una voz me dijo que me estabas esperando con un abrazo a pesar de todo.
—¿A pesar de que? Vos no hiciste nada bombón —comenta y se aferra a mi dándome el abrazo prometido.
—Me duele que pasemos por esto y siento culpa porque otras pueden tener hijos y yo no —comento aferrada a él.
Las lágrimas caen desesperadas. No me gusta verlo así de roto a Pato, no merece seguir sufriendo así.
—No quiero nunca más quedar embaraza —concluyo.
Mi voz suena frágil, estoy paranoica con el hecho de que puede volver a ocurrir. Por un tiempo largo, no quiero que hagamos el amor.
—Bueno bombón, vamos hacer lo que vos quieras. No te quiero ver sufrir más. —Se separa un poco de mi para mirarme a los ojos.
—¿Te vas a casa ahora? —pregunta dulce.
—No te voy a dejar sola ni en pedo —menciona.
Pato siempre es muy testarudo, y se que no va querer irse, pero tendré que obligarlo a que vaya a casa a dormir. No tiene sentido que se quede acá y duerma mal.
—Pero acá vas a dormir re mal Patito. No seas testarudo y anda a casa —comento tierna.
—Te voy hacer caso, porque vos sos todavía más testaruda y me vas a correr —Ríe.
Me conoce un montón, yo también soy bastante testaruda, pero esta vez tengo razón. Por eso le estoy obligando a que vaya a casa al menos a bañarse, cenar y dormir un rato.
—Te quiero Patito, descansa yo voy a estar bien. ¿Me das un beso antes?
—¿Vos pidiéndome un beso? —consulta confundido—. Ni se te ocurra dejarme —comenta y me toma de las mejillas para besarme.
Pato me conoce más que nadie, sabe que este último tiempo me volví poco cariñosa, que soy más de los abrazos que los besos. Que después de pedirle un beso le anuncio mis pocas ganas de vivir. Pero está vez no me quiero matar, solo quiero dejarlo vivir, romper nuestra relación para que no sufra más.
