parte 21

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Buenos aires, lunes 2 de febrero del 2009

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Buenos aires, lunes 2 de febrero del 2009

Patricio

Desde que deje de tocar, mí vida se ha vuelto tan aburrida y triste. Paso mis días tirado en la cama, ahogando mis penas en alcohol. La música es todo para mi. Desde chico que estoy involucrando a ella, no se vivir sin tocar mí guitarra. Cuando era pequeño y cantaba tango con mí abuela, ya imaginaba mí futuro como músico. Mis mejores momentos fueron tocando mí instrumento, compartiendo con mí banda.

Hoy siento que perdí lo que le daba sentido a mí vida. Me angustia sentir que lo que más quería y tanto me costó lograr, se desmoronó. En un segundo perdí lo que construí en años.

Miro a mí al rededor, las tres botellas de whisky están vacias y yo estoy tirado en un rincón del cuarto esperando a que Asia vuelva. Todas las mañanas espero su regreso, porque es el único consuelo que me queda.

Escucho unos ruidos provinientes de la sala, al parecer Asia, volvió de su trabajo.

—¡Ay Patito de mí vida! ¿por qué te dañas de esta manera? —Se pone de cuclillas a mí lado.

—No puedo más Asia, sin la música nada es igual.

—¡Vas a poder, me tenés a mí Patito! —me toma de la mano para levantarme.

Estos días, Asia, hizo de todo por ayudarme, creo planes en casa: como juegos, ver películas, leer juntos. Valoro su esfuerzo pero nada es suficiente.

Nos acomodamos en la cama ella me acuesta y se dirije a cambiar su ropa de trabajo por una más cómoda.

—Gracias bombón por bancarme tanto, y perdón por no hacer las cosas bien.

Ella se coloca un vestido y se dirije a la cocina para preparar el almuerzo. Yo estoy un poco tomado, pero no es impedimento para ayudarla.

—¿Querés un café? —pregunta y yo asiento.

—¿Que tal te fue? Este último tiempo no te pregunté por tus cosas... —digo apenado.

Ella comienza a preparar el café mientras me habla. —Es hermoso mí trabajo, lo que siempre soñe.

Asia me cuenta en detalle sobre el ambiente laboral, me habla de sus compañeros y jefes. Mientras yo le ayudo con la comida, decidimos hacer algo rápido: un arroz con huevo frito.

La escucho con atención, trato de sonreír para que sepa lo contento que estoy por ella, pero mí angustia es más fuerte.

—Me encanta escucharte hablar, porque estás logrando tantas cosas lindas. Y lo mejor es que yo estoy para apoyarte —sonrio forzado—. Mí mayor anhelo es verte crecer bombón, que cumplas todo lo que alguna vez imaginaste.

—¿Y vos tuviste novedades? —pregunta pensativa.

Suspiro serio. —No, es más Gasty no logro comunicarse con el abogado.

Todo lo que fue ➞ Patricio Sardelli - AirbagDonde viven las historias. Descúbrelo ahora