22. Demian

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CASTILLO LANCASTER.

AL ESTE DE BEMALI.

—¡Mierda, Demian! —chilla Dershan—. El emisario lleva horas en la estancia —comenta al tiempo empuja mi espalda con gran apuro, dejando de lado los buenos modales inculcados.

—Padre va a enterarse en algún momento y tendré que hacer frente a lo que está pasando. —Camino envuelto por una corriente de pasión que me ciega por completo. Mi razón no sería la más elocuente en este momento, mis dotes de delegado no podrían verse plasmados.

—Deberás intentarlo si tu propósito es darnos más tiempo, así que lamento romper tu burbuja de amor con esta absurda interrupción.

Mi hermano mayor empuja hasta abrir la puerta del salón donde el emisario de nuestro padre espera por nosotros. El hombre es un tipo corpulento, de alas fortalecidas por las horas que ha estado entre los aires de Bemali. La espalda del halcón es tan ancha como la de mi hermano Dershan, pero su rostro muestra un siglo de experiencia.

Un general, sé por su porte y distinción al andar. La esencia que deja a su paso es la misma que usa aquel que se siente cómodo en su propio cuerpo, aquel que sabe defender su espacio como ningún otro.

Aunque no le habíamos visto, sabemos que se trata de uno. Lancaster y las regiones allegadas a la capital contaban con muchos protectores. A algunos de ellos no era habitual verles en la corte, este parecía ser uno de ellos.

—Mis príncipes —ejerce pleitesía frente a nosotros, mostrándose sumiso—. Nuestro lord me ha avisado de su estancia en el palacio Lancaster y ha encomendado cerciorarme de su bienestar.

—Ya nos viste, todos hemos sobrevivido al asalto —hablo por hablar, apresurado por acabar e ir de vuelta a los brazos de Amaya.

Dennis me golpea ligeramente en el abdomen con el codo para hacerme callar, haciendo que el aire con el que contaba mi estómago se fuese al exterior.

No puedo evitar toser.

—General, nos encontramos en perfectas condiciones. Podremos partir de vuelta a la capital en unos días —responde Dennis, tratando de hallar la razón por la que nuestro padre ha enviado a un emisario.

—Era mi deber como protector de esta región, mi príncipe. Al igual que mi deber es saber si la loba se encuentra con vida dentro de los muros de este palacio —el general escarba entre la tierra que han dejado las habladurías de los que bien podrían ser los sirvientes de este palacio.

—La loba se halla con vida, aunque no por mucho tiempo —vuelve a hablar Dennis, al tiempo que se me revuelve el estómago ante el desconcierto que me genera esta conversación.

—Y, sería posible que me fuese informada la causa de tal espera —indaga, mostrándose respetuoso, aunque bien sabemos que eso solo es una fachada para con nosotros.

Los generales no solían ser los más corteses de Bemali.

—El motivo es simple, general: no hemos decidido quién de nosotros llevará a cabo la instrucción. Como sabrá, el elegido será el siguiente lord de esta nación. No es una decisión fácil, considerando que los tres hemos sido partícipes de esta misión —el general libera el aire que contenía, como si se sintiese satisfecho con la declaración de Dennis, dejando claro que, alguien de este palacio ha informado que la loba sigue con vida, incluso pudo haber hablado de cómo se pasea por los pasillos del palacio sin supervisión, lo que pondría a cualquier halcón nervioso.

—Me alegra entender el motivo, mi príncipe.

No hay mucho más que decir, el hombre presenta nuevamente sus respetos, y luego acude a la salida. Nosotros lo vemos partir sabiendo que alguien va a narrar lo que aquí dentro se vive y prestarán el doble de atención a nuestros movimientos siguientes.

Sol del Amanecer ©/YA A LA VENTA EN AMAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora