4. Amaya

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BOSQUE DE BEMALI.

¿Qué pensará de ti tu madre? ¿Qué pensarán de ti cuando se enteren que has salvado a tu enemigo? ¿Qué pensarán de su futura alfa al descubrir que no ha sido capaz da acabar con una vida, solo porque le ha removido el corazón, porque le han recodado un pasado que le obligaron a enterrar? ¿Qué pensarán cuando descubran a tu yo real? ¿Qué pensarán cuando se enteren de que en realidad eres débil, que no eres como ellos, que nunca lo has sido?

Desde pequeña lo supe, desde muy niña las cosas me sabían mal, odiaba verme inmersa en algo que sentía incorrecto, que no me hacía feliz y que ahora lo profesaba en cada hueso de mi cuerpo como el peor de los martirios. Muchas veces luché contra eso, revelándome de cierta manera, probando mi verdadera esencia, pero en cada ocasión los castigos eran peores, se multiplicaban, eran más crueles. Llegado el momento, mi personalidad fue doblegada, como cada cosa buena dentro de mí. Habían logrado domar a la bestia que peleaba por salir.

Las interpelaciones se incrustaban en mi cabeza, una tras otra, al tiempo en que sigo avanzando con Demian en hombros. Prácticamente estoy cargándole, ya que se ha desmayado hace un rato. No puedo dejar de pensar en lo que haré una vez cruzando la cascada que me trajo hasta sus dominios.

Sabía que había una cabaña a unos kilómetros de la zona, un sitio tranquilo, lejos del patrullaje habitual; por ende, del olfato imperioso de las jaurías. Era un sitio que no había sido visitado por nadie en décadas. No sabía a quién pertenecía, pero cuando era enviada a vigilar la frontera solía escabullirme para observarla durante horas, ya que su aspecto calmo me daba la tranquilidad que no poseía. Un lugar en medio de los espesos bosques, rodeado por rosales que habían hecho su propio camino y ahora pendían de los muros de piedra de la casita en medio de la nada.

Podría llevarle hasta ahí y permitirle descansar, aunque debía admitir que la idea podría tornarse peligrosa si alguno de los lobos se acercaba lo suficiente como para percibir su olor, que no era nada parecido al de mi especie. Inmediatamente advertiría de la presencia de un halcón y las cosas podrían salirse de mi control, mas era un riesgo que debía tomar, considerando que no tenía otro lugar a dónde llevarle. No podía quedarme en Bemali, no sabría a dónde ir estando aquí.

Conforme avanzo entre la espesura, puedo notar más y más cerca el olor de Ghira, que es quien me atrae a la salida de este bosque húmedo, rodeado de espesa maleza.

—Al fin, estaba a punto de volverme loca, tardaste unos cuantos minutos más de lo que me dijiste y... —cierra la boca en el mismo instante en que me ve acercarme, con el halcón sostenido por mi cuerpo—. Supongo que lo llevarás ante tu madre —expresa, con el claro indicio de que mi especie hace esto, cargar con halcones malheridos para que terminen siendo un plato de guiso.

Yo niego con la cabeza, haciéndole esbozar un gesto de extrañeza.

—Lo estoy ayudando, Ghira. Él no será la comida de esta noche —le indico, furiosa al no ser comprendida, al sentirme el bicho raro entre los míos.

—¿Te volviste loca? ¡Te has vuelto completamente loca, Amaya! —exclama, exaltada, como si no la hubiera escuchado la primera vez que pronunció esas palabras, que ahora mismo, tenían más peso que miles de rocas lazadas a mi cara.

—Está herido, ayúdame a llevarlo a hasta Puerto estrella —pido, sabiendo que Ghira comprendería el origen de la cabaña que tanto me había fascinado. Por mi parte, sostengo a Demian, que ahora mismo está completamente laxo, lánguido. Me inquietaría de no poseer un oído tan definido, ya que puedo escuchar su cansado corazón luchando por sobrevivir a esto.

—¿A la cabaña? —se tira del cabello castaño y vuelve a mirarme como si me hubiese brotado una cabeza nueva del cuello—. Es una locura, harás que nos maten... Esto es traición —señala al hombre halcón que pende de mis hombros.

Sol del Amanecer ©/YA A LA VENTA EN AMAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora