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Mariana

- Por fin despertaste, porque tu castigo aún no termina... - me dice mientra ese acerca peligrosamente a mi-

- Y-ya... basta... - exploto en llanto cuando está a sólo unos pasos de mi, ni siquiera me puedo levantar de la cama por las heridas de mis pies - estoy muy lastimada, me duele, por favor, ya no sigas....

- yo decidiré si es o no suficiente, y en este momento falta mucho para hacerte pagar por completo!

- Yo sólo quiero estar bien, sólo quería estar bien cuando decidí venir aquí... - intento hacerlo entrar en razón - yo sufrí mucho y fue por eso que escapé de ese enfierno en el que me encontraba.

Nunca quise perjudicarlo de esa manera, sólo quería seguir buscando la tranquilad por la que vine a este lugar. - limpio mis lágrimas con mi mano temblorosa - lo siento.... - dije esto último en un susurro-

- No sólo me desobedeciste al salir de la habitación sino también arruinaste mi reputación frente a todos mis invitados. ¡Tú, maldita! Lograste lo que ninguno de los que se han atrevido a desafiarme logró!, ni mi envidioso hermano tuvo tantas agallas!. - me dice con rabia-

- ya le expliqué que no fue premeditado, sólo deseaba mi libertad. - le explico-

- ¡una libertad que perdiste en cuanto te cruzaste en mi jodido camino! ¿crees que para mi fue un grata sorpresa el saber que eres una insignificante humana?, no eres digna de ser mi compañera y jamás lo serás, solo cumpliras tu deber de concubina, abriras tus piernas de puta para mi cuando quiera y a la hora que quiera. -¿Q...que? - No quiero escuchar reclamos porque de lo contrario te pondré a caminar esta vez pero sobre cristales rotos. ¿¡Me entendiste!? - mi boca se seca al escuchar sus desagradables palabras. Jamás permitiré algo así -

- N-no... yo no voy a hacer tal cosa con usted, no es nadie para mi, asi como yo tampoco soy nadie para usted. - mi miedo se incrementa al ver como su rostro se endurece por la rabia, mientras toma asiento en la cama muy cerca de mi. Odio no poder moverme -

- ¿quieres apostar? - me dice lento y con voz neutra - ¿acaso.. te crees muy ruda? - su mano abraza mi pie haciendo presión -

- ahhh!!!!! Por favor no!-lloro por el horrible dolor. Mis Manos van hacia la suya intentando alejara pero me es imposible, su fuerza es mayor que la mia y eso siempre lo he sabido - te lo suplico!! - y segundos después me soltó -

Me miró por unos momento y luego dirigió su vista a la planta de mis pies.

Su mirada seguia reflejando molestia pero se estaba conteniendo.

Esta vez sin esperándolo, tiró de mis tobillos con fuerza provocando que quedase acostada y mis pies elevados hasta la distancia de su cara.

luché por safarme pero no me soltaba y la verdad no tenía fuerzas para dar pelea.

- ¡quieta! - me gritó haciéndome temblar, asi que no tuve mas opción que obedecerlo -

En eso empezó a musitar cosas extrañar que en realidad no podía escuchar bien.

Un frío recorrió las plantas de mis pies pero no se sentía desagradable, sólo extraño.

Una vez ese frío cesó, soltó mis pies con desagrado pero me extrañé al ver qué estos ya no me dolían.

Miré la planta de mis pies pero más grande fue mi sorpresa cuando vi que estaban completamente sanas, no tenían llagas ni heridas.

Retiré las pequeñas compresas buscando alguna magulladura pero no había nada.

Adherida a mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora