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Dimitri

Eventualmente llegó mi cumpleaños, y todos los arreglos estaban listo para esta noche.

El salón de fiesta se empezó a arreglar desde muy temprano a manos de mis sirvientes.

Mi hermano se había encargado de hacer todos los preparativos de acuerdo con mis preferencias, quería que todo se viera realmente elegante, incluso más que en mis cumpleaños anteriores, ya que ésta vez vendrían muchas personas importantes, entre esas, mi abuelo.

Desde que traje a esa humana no he hablado con ella, ni siquiera sé su nombre, la verdad no he querido subir a ver su estúpida cara que sólo lograría molestarme nuevamente.

He dado orden de que permanezca encerrada y así seguirá siendo, sobre todo hoy, no permitiré que por nada del mundo me haga quedar en ridículo frente a mis amistades y menos frente a mi abuelo.

Por suerte, estos días me han servido para pensar en un plan maestro, el cual me permitirá seguir quedando en alto como siempre y sin que esa humana me cause ningún problema y esta noche lo llevaré acabo.

Termino de organizar algunos pendientes en mi despacho y salgo hacia mi habitación, necesito darme un baño para relajarme.

Al caminar por el pasillo que da a mi habitación, no puedo evitar mirar hacia la puerta donde permanece encerrada la humana.

Me detengo a observar la puerta y gracias a mi oído sobrenatural puedo escucha los latidos de su corazón, se escuchan tranquilos al igual que su respiración, haciéndome notar que está tomando una siesta.

Hace dos días la escuché llorar y lamentarse por haber venido a Blackstore.

Los humanos son tan patéticamente sensibles, por todo llorar. No entiendo como fue a terminar una cucaracha de esas como mi pareja de vida, son tan malditamente insignificantes.

También escuché que decía algo de su madre, que se había ido con su hermano sin ella, y que su padre era el causante de todas sus tragedias, no entendí esa parte, pero eso es algo que no me interesa. Sin embargo, la curiosidad me aborda y cautelosamente saco de mi bolsillo la llave que siempre llevo conmigo, solo hay dos y la otra se la he dado a una mis sirvientas para que se encargara de darle los alimentos y cualquier cosa que pueda necesitar.

Quito el seguro y giro el pomo de la puerta donde ahí se encuentra.

La humana yace boca arriba con una mano es su abdomen y la otra en su pecho.

Lleva una fina bata blanca con una abertura en su pierna izquierda y no puedo evitar recorrerla con la mirada.

Creo que la humana está bien dotada...

me reprendo por eso, nunca habia mirado con deseo a una insignificante humana.

Su cabello lacio está esparcido sobre la cama y unos cuantos mechones en su cara.

Tiene un cabello extremadamente largo.

Me acerco a ella y noto que sus mejillas al igual que su nariz están rojas, y el contorno de sus ojos hinchados lo que me hace pensar que estuvo llorando otra vez.

No entiendo porqué, debería estar agradecida por haberla sacado de la pocilga en donde la encontré.

Aquí tiene techo comida y todas las comodidades que cualquier pobre e insignificante humano desaria tener.

Debería sentirse afotunada y feliz, ningún humano vive así, el mundo siempre a sido gobernado por los sobrenaturales y los humanos permancen en segundo plano por su inferioridad. Aún así, la curiosidad me gana.

Adherida a mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora