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Mariana

Renuncié. Sí, tal y como lo habíamos acordado, pero pasé un momento no muy grato esta mañana cuando fui a presentar mi carta de renuncia.

— definitivamente me he ganado yo la lotería contigo

— no entiendo, expliquese mejor—le pregunté a mi ex jefe por su extraña respuesta cuando le dije que no trabajaría más en la pastelería—

—ay niña, pues que estaba deseando que renunciaras por tu cuenta para que me evitaras el mal momento de tener que despedirte

— ¿qué? — lo miro dolida porque nunca me había sentido tan... ¿humillada? — bien, yo reconozco que no soy la mejor de las trabajadoras pero he puesto todo mi empeño y creo que he logrado sacar mi puesto adelante pese a algunos errores, —trago con dificultad para intentar disipar ésta sensación tan desagradable, pues sus palabras me causan mucha tristeza, no por él, sino por que le tomé mucho cariño a la pastelería, de sólo recordar que llegué con mucha ilusión el primer día de trabajo ¿y que el dueño me diga esto? —la verdad nunca he entendido cual es su verdadero problema conmigo, siempre me esforcé por mantener una relación amigable con usted pero nunca me dio oportunidad, —suspiro afectada por la situación —y cada uno de mis intentos fueron fallidos porque siempre recibí de su parte una actitud un tanto... despectiva.

—¡ja! Ahora resulta que tienes lengua — suelta ofendido— ya veo que tenía razón y sólo mostrabas una apariencia angelical para poder mantenerte aquí y que no te echara.— concluye como si hubiese acertado —

— no le estoy faltando el respeto de ninguna manera, lo que le estoy tratando de decir es lo que siento desde mi corazón porque fue lo que percibí de su parte, y no soy una persona que aparenta una cosa que no es. Reconozco que soy poco sociable pero eso no quiere decir que no pueda expresar lo que pienso y siento cuando creo que es necesario —le hago saber sin necesidad de exaltarme ni perder los estribos como él —

— ¿pues sabes que fue lo que percibí yo? —me mira con rabia— Que desde el primer día que cometí el gran error de contratarte, no hiciste más que pasearte por el local contoneando tus caderas para llamar la atención de los clientes,— mis ojos se abren de asombro al escucharlo decir tal cosa — todos veíamos como te comían con la mirada y hasta te pedían cosas que al final ni se comían, todo para tener un par de minutos contigo. — suelta con rabia, pero inmediatamente llena sus pulmones de aire para seguir — De un momento a otro tenía clientes habituales que no venían para deleitarse con las recetas que por años mis familiares se esforzaron por crear, sino para deleitarse con tu andar. — me mira de arriba a abajo con desprecio— Como dueño de este lugar quiero y deseo que la atención sea para mis postres, no para mis empleadas, ¿captas?.

—y-yo... jamás he hecho nada para llamar la atención, en verdad. — le soy sincera —Sin embargo, yo era su empleada, creo que hubiese sido pertinente que me comentara lo que estaba aconteciendo.

— osea que supuestamente nunca te diste cuenta... —me mira incrédulo mientras peina su flequillo rubio tinturado con su mano en un gesto bastante femenino. Hago el intento de responder pero agita su mano frente a mi en señal de que quiere que guarde silencio — olvidalo, eso ya no importa, de igual forma ya te vas...— me da una sonrisa falsa y sólo asiento — hoy por la tarde te haré la trasferencia a tu cuenta del tiempo que haz trabajado este mes.

—mm está bien, me levanto del asiento frente a él en su oficina y trago con incomodida — yo... muchas gracias de igual forma por la oportunidad que me dio. — le expreso con sinceridad —

—de nada. — responde y no agrega nada más, en sus ojos sólo puedo ver sus ganas de que termine de irme, así que sin más me doy la vuelta y salgo de ahí, antes me despido de mis ex compañeras las cuales me dan un abrazo con melancolía y me desean suerte.—

Adherida a mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora