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Mariana

Termino de poner sobre la mesa la orden que me pidió una pareja joven y me retiro.

En eso escucho tintinear la campanilla de la puerta cuando es abierta, pongo la bandeja en la barra y volteo para atender a quien haya llegado pero me detengo a medio camino al ver de quien a trata.

No... no puede ser, ¿que hace aquí?

— Mariana, — escucho la voz del jefe a mi lado — el cliente está esperando, ¿que hace ahí parada?.

— ah... yo.. si. — me acerco a la mesa donde se encuentra ese hombre, el cual me mira fijamente dedicandome una discreta sonrisa —

— Bi- Bienvenido a la pastelería Baker— dejo la carta sobre la mesa —

— Hola Mariana, que coincidencia. ¿como haz estado?

— mm bien, gracias. — respondo incómoda —

—¿trabajas aquí?

— yo...— pienso en decir algúna mentira pero es inutil, no se me ocurre nada— sí. —confieso —

— veo. Quisiera disculparme por lo de la última vez, no quería asustarte, lo que hice fue muy imprudente de mi parte. Espero que en verdad puedas perdonar mis acciones.

— ¿Entonces encontró a quién estaba buscando?— pregunto, y el me da una sonrisa enigmática —

— si, la encontaré— afirma con su vista fija en mis ojos poniéndome aún más incómoda—

—amm.. que bueno. — agrego para dicipar el incómodo silencio —

— ¿entonces acepta mi disculpa?

—no se preocupe, prefiero olvidar lo que pasó.

— perfecto. — dice complacido — que te aprece si te invito a un café cuando termines de trabajar, como un forma de disculpa.

—No.. no es necesario.

— yo si creo, además estoy trabajando cerca y voy a frecuentar este lugar, nos vamos a ver seguido y no quiero que sea incómodo para ninguno de los dos. Por favor acepta mi invitación.

— no quiero, no lo conozco, ni siquiera se su nombre

— me llamo Dimitri Blackstore

— no importa, ademas... todo esto es muy raro para mi, tu me secuestraste, me llevaste a tu casa y me... — trago con dificulta —

— te besé. Lo se... y en verdad estoy arrepentido. — su boca dice que lo siente pero sus ojos me muestran otra cosa, no veo que su arrepentimiento sea sincero.—

En verdad no soy del tipo de persona que es grosera, de hecho soy bastante amable pero hay algo en mi interior que no me permite ser amable con él, es una sensación extraña y no se porqué.

— como sea, dime que vas a pedir para poder continuar con mis labores. — le digo, sonando bastante borde —

— disculpe — habla mi jefe dirigiéndose al tal Dimitri, en cuanto se pone a mi lado— ¿nos permite un segundo? —él asiente y Jack mi jefe, me jala lejos—

— ¿pero que rayos te sucede? — me dice con molestia—¿Acaso ya se te olvidó el protocolo de atención al cliente?— lo miro sin entender a qué se refiere—¡No puedes tutearlos!, además estás siendo grosera.

—yo... lo siento, no volverá a pasar. — respondo apenada.—

—eso espero, eso no es la imagen que quiero dar en mi pastelería. Primer strike Mariana — amenaza — ahora ve, no hay que dejar mucho tiempo sólo al cliente. Ah, y espero que te disculpes con él.

Adherida a mi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora